sábado, 1 de marzo de 2014

El liberalismo, padre de todos los genocidios modernos y precursor del nazismo

Ahí están los hechos: el liberalismo organizó y ejecutó el primer genocidio sistemático de población civil desafecta.
Este primer genocidio tuvo lugar durante la Revolución Francesa, aunque las matanzas por Cromwell de población católica irlandesa podrían considerarse también un genocidio liberal. Nos lo cuentan en este artículo (RECORDANDO LA VANDEE) del que os extraigo estas citas:
A comienzos de 1794 la Convención de Robespierre decidió el exterminio de los vandeanos hasta el último hombre, mujer y niño. Si la Revolución francesa fue la primera ideología moderna, ¿fueron las masacres de la Vendée el arquetipo de los genocidios modernos?
El hecho de que las revueltas de la Vendée hayan sido populares pone en cuestión la misma naturaleza de la Revolución, con sus líderes aristocráticos y de clase media.
Al menos 300.000 personas fueron masacradas durante este tiempo, y aquéllos de los intrusos que se rehusaron a hacer el trabajo fueron fusilados o apresados con salvajismo. Pero aún así la gente resistía.
Al menos la mitad de la gente de esta tierra secreta, remota y bella murió durante ese tiempo terrible, pero su memoria aún existe.
Es un cuento que hasta hace muy poco tiempo era suprimido y negado. Generaciones de mentiras han significado que la mayoría del pueblo francés nunca haya conocido de él. Sólo la gente de la Vendée y Bretaña lo han mantenido vivo, a fuerza de nunca olvidar. Es sólo en los años recientes que los monumentos más importantes se han colocado en honor de los mártires vandeanos, y aún sólo por los gobiernos locales, nunca por el central; sólo muy recientemente es que la República Francesa ha comenzado a reconocer los horrores de lo que puede ser tal vez visto como el primer genocidio moderno.
Fue éste un levantamiento completamente popular; fueron los mismos campesinos los que tomaron la iniciativa y quienes sólo después persuadieron a algunos nobles nativos, que habían sido oficiales del ejército, a dirigir a algunos de sus ejércitos.
La nueva primera República reaccionó inmediatamente. Sería ésta una lucha a muerte, porque era una contradicción del mismo espíritu de la revolución. El hecho de que la revuelta vandeana fuese popular ponía en duda la misma naturaleza de la Revolución, con sus líderes aristócratas y de clase media. Más aún, se atrevía de oponerse al “despotismo de la libertad”. Los ejércitos republicanos dirigidos, las más de las veces, por sedicentes ex-nobles y príncipes, fueron enviados a la provincia revoltosa.
A comienzos de 1794 la Convención decidió el exterminio de los vandeanos, hasta el último hombre, mujer y niño. Y encontraron a muchos que estaban dispuestos a llevar a cabo estas órdenes.
“Nadie será dejado con vida.” “Las mujeres son surcos reproductivos que deben ser arados.” “Sólo los lobos deben dejarse para vagar por esa tierra.” “El fuego, la sangre y la muerte son necesarios para preservar la libertad.” “Sus instrumentos de fanatismo y superstición deben ser destruidos.” Éstas fueron algunas de las palabras usadas por la Convención al hablar de la Vendée. Sus científicos domésticos soñaban toda clase de nuevas ideas –el envenenamiento de la harina, el alcohol y los depósitos de agua, el establecimiento de una curtiembre en Angers que se especializaría en el tratamiento de pieles humanas; la investigación de métodos de cremación de grandes números de gente en grandes hornos, de modo que pudiese aprovecharse eficientemente su grasa. Uno de los generales republicanos, Carrier, despreciaba esta investigación: estos métodos “modernos” tomarían demasiado tiempo. Era mejor utilizar métodos más tradicionales de masacrar: el ahogamiento masivo de hombres, mujeres y niños desnudos, frecuentemente atados en lo que llamaban “matrimonios republicanos”; el hundimiento de botes especialmente construidos llenos de gente en medio del Loire; el pasar por las bayonetas a masas de hombres, mujeres y niños; el aplastamiento de cabezas de bebés contra las paredes; el “fusilamiento” de prisioneros usando cañones; las más horribles y desagradables torturas; el incendio y saqueo de aldeas, pueblos e iglesias.
Creo que no hace falta seguir. Atención a la parte destacada. Pone de manifiesto que el nazismo no es hijos de la extrema derecha, mucho menos de la tradicionalista. El nazismo es también un progresismo.
TOMADO DE: Tradición Digital

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