lunes, 30 de diciembre de 2013

Galileo Galilei (versión marxista)

Bertolt Brech


Se llama “caso Galileo” a una deformada visión del proceso que tuvo Galileo ante el Tribunal de la Inquisición, acusado de herejía. El "caso Galileo" fue inicialmente ideado, como un ataque a la Iglesia, por el liberalismo burgués, por quienes promovían la libertad religiosa entendida como "todo culto religioso es permisible excepto aquel de la Iglesia Católica".  Se promovió irresponsablemente el Heliocentrismo porque ello significaba una prueba de que la Iglesia de Roma se equivocaba en sus dictámenes, y así, quedaba erosionada ante la opinión pública. Posteriormente el testigo fue tomado por el marxismo, que alimentó el engaño en los tiempos de la posguerra. Así por ejemplo, se representó hasta la saciedad la insidiosa obra Galileo Galilei de Bertolt Brecht[1], subvencionada, premiada y alentada por el dictador Stalin.

En este drama Galileo aparece como un liberador de la humanidad que se enfrenta a la "tiranía de la Iglesia" para desmantelar sus farsas. Un joven discípulo suyo, Andrés, representa al tipo racionalista del futuro. Galileo es presentado como un pobre profesor de universidad que no gana ni lo necesario para comer. El director de la universidad asegura que con protegerlo contra la Inquisición Galileo está ya suficientemente pagado. Con ello puede desarrollar con libertad sus ideas y teorías. Pero le dicen que si quiere aún una paga mayor, entonces tiene que descubrir algo práctico y deutilidad. Por fin, Galileo cede, engañando a la universidad y aportando como suyo el proyecto de un telescopio; en realidad ha recibido la idea recientemente de un discípulo suyo holandés, Ludovico.

La actitud de Galileo en esta obra es digna de reflexión, porque descubre las características en el campo ético de Brecht: el fin justifica los medios en tanto en cuanto el científico sirve al progreso general de la Humanidad. Deacuerdo a Brecht, a Galileo no le importa burlarse de las estúpidas fronteras de la mentalidad retrógrada, incluso con engaños, para conservar de este modo su potencia creadora y poder ayudar así al progreso (es la moralutilitarista y materialista del marxismo).


Siguiendo con el drama, Galileo hace grandes descubrimientos con su telescopio: los satélites de Júpiter y hasta montañas en la Luna. Entoncesasegura tener pruebas de la falsedad del sistema de Ptolomeo, y oficializa, sin más comprobaciones, el heliocentrismo como modelo del universo. De pasada, Galileo hace una apología de Giordano Bruno, y, también, asegura que "a Dios no se le ve por los cielos". Unos caricaturizados prelados del Vaticano aparecen en escena ridiculizando a Galileo y asegurando que "comola Biblia no miente, Galileo es un hereje". Clavius,  astrónomo del Vaticano, repite las observaciones de Galileo, y confirma todo elloGalileo se siente liberado de un peso: la razón ha vencido. Pero más tarde, aparecen dos cardenales inquisitoriales, dando a entender a Galileo que el Santo Oficio había puesto en el Índice la doctrina de Copérnico por "necia, absurda y herética". Por contra, él, Galileo, podría seguir con sus matemáticas en paz, pero siempre que desechara como sistema doctrinal su sistema heliocéntrico. Después de varias peripecias más, el 22 de junio de 1633: Galileo Galilei revoca ante la Inquisición su teoría del movimiento de la Tierra. En el palacio del embajador florentino en Roma están esperando los amigos de Galileo, así como su hija Virginia, para ver el resultado de las deliberaciones del tribunal de la Inquisición sobre su caso. Su conversación es angustiosa. En esas conversaciones se sabe que Galileo ha sido retenido entretanto durante veintitantos días en la cárcel, y que se le ha exigido que retracte sus teorías. Andrés, el discípulo racionalista, está convencido de que Galileo no se retractará por amor a la verdad, mientras Virginia reza para que lo haga. Una persona del palacio del Gran Archiduque de Florencia se une al grupo, y transmite la noticia de que a las cinco sonará la gran campana de San Marcos si Galileo se retractaTodavía faltan tres minutos para las cinco. Andrés y Federzoni se abrazan felices: «No se retractará jamás». Y todo apunta a la victoria cuando uno se levanta y dice: «¡No!» . Pero en este momento resuena la campana, y los amigos quedan paralizados, mientras Virginia es feliz. Una voz en off dice 
«Yo, Galileo Galilei, maestro de Matemáticas y de Física en Florencia, abjuro solemnemente lo que he enseñado, que el Sol es el centro del mundo y está inmóvil en su lugar, y que la Tierra no es su centro y no se halla inmóvil»

La amargura y la resignación de los amigos aflora; se sienten traicionados; su ideal se ha desvanecido. Andrés exclama«¡Desgraciada la tierra que no tiene héroes!» (sic), y a continuación maldice a Galileo con duros epítetos.

Todavía en la obra restan dos actos que Brecht los dedica a descubrir la moral que él atribuye a Galileo, pero que en realidad es la ética marxista. A lo largo de la conversación final con su discípulo Andrés, Galileo hace ver que su retractación no se debió a un plan pensado y científico, sino al lógico temor frente al dolor corporal . Los instrumentos de tortura fueron los que le indujeron a retractarse. Y teoriza sobre las relaciones político-sociales de la ciencia, que son del más puro carácter marxista. Enfatiza la duda como principio del conocimiento científico (sic), y rechaza  "las supersticiones y viejas palabras", entre las que obviamente incluye los dogmas católicos, que afirma no son otra cosa que argumento y fundamento de relaciones inhumanas de poder. Con mayor o menor claridad indica que la Iglesia es el prototipo de este orden social inhumano, que debe ser derribado.

  ¿ Cómo fue el caso Galileo en la historia? 

Ciertamente el tribunal de la Inquisición, con una gran consideración a su persona (pues no se le hizo estar ni media hora en la cárcel), convocó a Galileo, pero no fue por sus investigaciones científicas sino por que sus conceptos contradecían a la Biblia, en esto sí tiene razón Brecht, salvo que Brecht considera esto cuestión banal. Galileo no se enfrentó jamás a la Iglesia, y llegó a los setenta años siendo miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias (cuando todavía no estaba contaminada por ateos), y sin tener ningún tipo de problema con las autoridades religiosas, entre las que obispos y cardenales se contaban como sus máximos valedores y protectores. Galileo siempre fue un fiel católico y murió santamente. Sólo una vez fue citado, como decíamos, y ello fue en nombre del rigor y de la seriedad científica. Parece ser que la guerra se la declararon los colegas laicos de la laica Universidad de Padua, contribuyendo también a ello el odio y la animadversión de las BOC de la Reforma. En Roma, durante el proceso, Galileo se alojó en los palacios pontificios y cardenalicios, con todas las comodidades. Lo de que fuera torturado es una sucia calumnia... realmente si la citación hubiera tenido lugar en las ciudades de la Reforma habría terminado en la hoguera o, como mínimo, en la cárcel. Cuando la noticia de la condena de Galileo llegó a Tubinga, la universidad emblemática del pensamiento protestante, los profesores celebraron una gran fiesta. La condena de Galileo fue muy relativa: retirarse a su villa y recitar una vez por semana los siete salmos penitenciales, pudiendo, por lo demás, continuar con su trabajo; y de hecho, su obra científica maestra la escribió con toda naturalidad después de esa condena.
Pero hay que resaltar que tal condena no se le impuso por sus afirmaciones científicas, sino por su manera de hacerlas, con una especie de cientifísmo dogmático. Galileo pretendía mezclar conocimientos derivados de la observación de la naturaleza con la teología, y construir un dogma científico de lo que entonces era simplemente una hipótesis a ser probada. Las "pruebas" científicas que Galileo aportó al proceso –la determinación de las mareas por el movimiento de la Tierra, la presencia de fases en Venus–, eran todas erróneas. Galileo no presentó ninguna prueba del movimiento de la Tierra, en realidad la tecnología de su tiempo estaba varios siglos por debajo de lo necesario para intentarlo. Y como san Roberto Belarmino Cardenal[3] le corrigió sabiamente a Galileo
«Yo digo que si hubiera una verdadera demostración de que el sol está en el centro del universo y la tierra en la tercera esfera, y que el sol no viajara alrededor de la tierra, sino que la tierra circulara el sol, entonces podría ser necesario proceder con gran cuidado al explicar los pasajes de la Escritura que parecen contrarios, y deberíamos más bien decir que no los comprendimos, antes que decir que alguno era falso como se ha demostrado. Pero yo no creo que hay una tal demostración; ninguna me ha sido mostrada. No es la misma cosa mostrar que las apariencias son salvadas asumiendo que el sol estuviera en el centro y la tierra en los cielos, como demostrar que el sol está realmente en el centro y la tierra en los cielos. Yo creo que la primera demostración podría existir, pero tengo graves dudas sobre la segunda, y en caso de duda, uno no puede apartarse de las Escrituras como son explicadas por los santos Padres.»
Es decir, para hacer cálculos podríamos utilizarse un modelo heliocentrista (si ello facilitara los cálculos, que no lo hace) pero asegurar que la tierra se mueve realmente en torno del sol exige ser probado con pruebas contundentes, algo que no se ha hecho, ni en los tiempos de este cardenal, ni nunca. En la actitud de Galileo se escondía una muy peligrosa práctica –que desgraciadamente hoy ha anidado en el neopositivismo científico– consistente en que desde una visión científica arrogante se pretenda dar opiniones dogmáticas dentro del plano del conocimiento exegético bíblico (la constitución última del Cosmos no entra dentro del plano de la ciencia neo-positiva). Esta confusión conduce al "dogmatismo de la ciencia", elcientificismo.

NOTAS:



1. Eugen Berthold Friedrich Brecht (1898 - 1956) Escritor alemán marxista.
2. Hay que considerar el papel relevante de las BOC (Bible Only Churches) de la Reforma en el nacimiento y expansión del “caso Galileo”. Este desgraciado incidente histórico ha incidido muy negativamente en el pensamiento de los grupos creacionistas protestantes. Su labor en defensa del Creacionismo Bíblico es muy encomiable y digno de admiración, sin embargo, estos mismos grupos han heredado de sus mayores la animadversión a la Iglesia Católica debido a este “caso” y ahora generalmente son incapaces de aceptar el geocentrismo.
3. Precisamente hoy, 17 de Septiembre, se celebra la fiesta de san Roberto Belarmino Cardenal.

Tomando deCreacionismo Especial

domingo, 22 de diciembre de 2013

Por la defensa de los valores no negociables

(...) 

Coherencia eucarística

 83. Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas.[1] Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana.[2] Esto tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Co 11,27-29). Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado.[3]
  
 [1] Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Evangelium vitae (25 marzo 1995): AAS 87 (1995), 401-522; Benedicto XVI, Discurso a un congreso organizado por la Academia Pontificia para la vida (27 febrero 2006): AAS 98 (2006), 264-265
 [2] Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota doctrinal acerca de algunas cuestiones con respecto al comportamiento de los católicos en la vida política (24 noviembre 2002): AAS 95 (2004), 359-370
 [3] Cf. Propositio 46


 En: S.S. Benedicto XVI. Exhortación Apostólica Postsinodal SACRAMENTUM CARITATIS. Sobre la Eucaristía, fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia. Roma, 22 de febrero de 2007.


sábado, 16 de noviembre de 2013

La Principal Causa de la Muerte Masiva de los Indígenas Tras la Conquista: Cocoliztli y Matlazahuatl

Por Otto Schober
(Periódico el Zócalo).- La principal causa de la muerte masiva de los indígenas tras la conquista fueron las epidemias originadas en México no por las enfermedades traídas por españoles como se creía, según una investigación de la UNAM, a cargo del doctor Rodolfo Acuña, asegurando que las principales responsables del fenómeno fueron enfermedades “muy particulares” con “un origen muy oscuro” y que nada tenían que ver con la viruela, el sarampión o la peste, traídas por los españoles. Considero que la hipótesis original ha sido sostenida durante años por ser “la más cómoda para la ideología nacional [chovinismo mexicano], que la estableció como verdadera”.
El especialista ha desenterrado en los últimos años los archivos históricos de ciudades y edificios religiosos mexicanos con datos acerca de las enfermedades que a lo largo de la historia han afectado a la población local.
Con su labor ha concluido que 2 fueron las enfermedades más mortíferas para los indígenas, el cocoliztli y el matlazahuatl, y ninguna de ellas tiene un equivalente en la actualidad.
El cocoliztli (que significa “la gran plaga”) era una enfermedad letal que provocaba fiebre muy intensa, dolor de cabeza, tórax y abdominal, ansiedad y vómitos. Los enfermos, que en el 90% de los casos fallecía en 4 ó 5 días, se ponían amarillos, comenzaban a enloquecer y les salían úlceras por todo el cuerpo que les hacían sangrar.
Por su parte, el matlazahuatl (“la enfermedad con erupción”) también provocaba úlceras, pero era menos letal y menos contagiosa. La primera epidemia de cocoliztli reportada fue en 1545 y se calcula que, en apenas 3 años, provocó la muerte a entre el 70 y el 80% de la población indígena, que entonces oscilaba entre los 20 y 25 millones, según Acuña.
En total se han contabilizado 12 epidemias de cocoliztli y 12 de matlazahuatl que acabaron aproximadamente con el 90% de los habitantes de la zona. El investigador descubrió que ambas enfermedades afectaban principalmente a los indígenas, a pesar de que tanto la población autóctona como los colonizadores españoles convivían en sus actividades cotidianas en los mercados o el trabajo.
La única diferencia encontrada, es que ambos tenían una nutrición diferente. Así también, que ambas epidemias se asociaron con importantes cambios climáticos. Así, el cocoliztli solía producirse 2 años después de periodos de gran sequía, mientras que el matlazahuatl 2 años después de épocas de lluvias.
Estas epidemias, que se extinguieron en el siglo XIX, estuvieron centralizadas principalmente en el altiplano mexicano y guardaban frecuentemente relación con la altitud, de modo que cuanta mayor era, más mortalidad había. Tal y como señaló Acuña, el trabajo de investigación continúa.
Fuente: Periódico el Zócalo

El encanto de los pueblos originarios





Los aztecas ostentan tres tristísimos y lamentables récords históricos que tal vez solo puedan disputarle los comunistas con sus cien millones de ejecutados en setenta años de historia.
El primero de ellos corresponde a la cantidad de víctimas logradas en el transcurso de dos siglos, el segundo a las logradas en solamente cuatro días, y el tercero se refiere a la inmensa cantidad de niños ejecutados.
Conviene aclarar que la arqueología, la antropología y la etnología moderna se han encargado de confirmar todo cuanto decimos y aseveraron los cronistas americanos. La ciencia ha hablado, y ya no hay lugar para presunciones o debates ideológicos.
RECORD NÚMERO 1: MAYOR CANTIDAD DE EJECUCIONES EN DOS SIGLOS

La cantidad de víctimas variaba mucho de acuerdo con la importancia de la ciudad, del pueblo y de la festividad elegida para el ritual. Fray Juan de Zumarraga y Francisco Clavijero, en 1531, dan cuenta de que sólo en la ciudad de México se sacrifican a los ídolos más de veinte mil víctimas al año.
Fray Juan de Torquemada ubica el numero de asesinados en todo el país por año en 72.244, incluidos veinte mil niños.
El historiador mexicano, el Padre Cuevas, asegura que el número de sacrificios en lo que fue Nueva España, era de cien mil seres humanos cada año.
Varios autores citados por Gomara hablan de cincuenta mil. Tanto Acosta como Herrera aseguran que había días en que llegaban a matarse entre cinco mil y veinte mil personas por día.
Motolinia, describiendo la fiesta del año de Tlascallan, dice que se sacrificaban ochocientos hombres en la ciudad y en la provincia. Francisco Antonio de Lorenzana dice que en Cholula se sacrificaban seis mil niños por año.
Por su parte, Diego Duran, desde su “Historia de las Indias”, después de describir las ceremonias de la coronación de Moctezuma y los sacrificios, dice: “había días de dos mil, tres mil sacrificados, y días de ocho mil, y otros cinco mil, la cual carne se comían, y hacían fiesta con ella, después de haber ofrecido el corazón al demonio”.
Fray Pedro Simón en su “Historia de la guerra de los indios Pijaos, indígenas de Tierra Firme”, calcula que desde la fundación del Estado azteca (1325) hasta su ocupación por las tropas de Cortés (1521) se cuentan por millones —a lo largo de dos siglos— las víctimas inmoladas a estas divinidades.
Michael Harner, conocido antropólogo estadounidense, estimó en doscientas cincuenta mil personas al año el número de sacrificados. En resumen, se calcula que la cifra anual de ejecuciones superaba con creces los cien mil.
Tomando los números mas moderados, como los cincuenta mil sugeridos por Gomara, encontramos que en un siglo, y sólo considerando la región mesoamericana del continente (excluyendo a los mayas), aztecas y aliados asesinaron más de cinco millones de personas.
RECORD NÚMERO 2: MÁXIMA CANTIDAD DE PERSONAS EJECUTADAS EN CUATRO DÍAS

El holocausto más grande conocido por la humanidad comenzó un día del año 1487, durando cuatro días. El motivo del ¨mega evento¨ era la consagración de la gran pirámide de Tenochtitlán, que había sido construida en cuatro años a base de esclavos. Prescott, protestante y antipático a España, dice que no menos de setenta mil personas fueron ejecutadas para éste solo evento.
Al respecto existe un interesentísimo trabajo de investigación bastante reciente, producido por el canal Discovery Channel, titulado Aztec: Temple of Blood. Esta investigación contó entre sus colaboradores con reputados y prestigiosos expertos de distintas áreas y disciplinas: antropólogos, cirujanos y diseñadores científicos, etc. Lo que allí se había propuesto era comprobar de una forma científica si realmente habían podido los aztecas en 1487 ejecutar a tanta gente en tan corto lapso; o sea, si era físicamente posible a los sacerdotes extraer el corazón de una persona en contados minutos, uno tras otro.
Para el experimento se habían conseguido réplicas casi exactas del cuerpo humano, con la intención de comprobar el tiempo real en el que un cirujano podía extraer un corazón. Utilizando los mismos instrumentos que los indígenas —mediante un cuchillo de obsidiana mandado especialmente a confeccionar— el cirujano logró cortar debajo de las costillas del cuerpo artificial y llegar al corazón por debajo de la caja torácica, desde donde lo extrajo. El tiempo que le tomó, en su segundo intento, fue de solamente ¡diecisiete segundos! Seguramente, si hubiera seguido probando, habría llegado a adquirir, eventualmente, el grado de habilidad y velocidad de los sacerdotes indígenas y su tiempo hubiera sido aun menor. El mentado estudio terminó por confirmar lo que ya había afirmado la antropología y la evidencia documental: los aztecas pudieron asesinar decenas de miles de personas en tan pocos días.
No existen dudas sobre la capacidad de los aztecas para procurarse esclavos y/o cautivos de guerra para sacrificar.
Sabemos que en una sola ocasión llegaban a tomar decenas de miles de prisioneros. Antes de 1487 habían tenido cientos de guerras —que incluso hicieron con el único fin de procurarse esclavos para sacrificios humanos—, especialmente con Moctezuma II. Es posible que para esa ocasión contaran con no menos de doscientos mil prisioneros de guerra.
A esto podemos sumar los esclavos que no eran producto de guerras —a veces comprados en los mercados— y que muchas veces sacrificaban. Las filas que formaban los esclavos hasta el altar donde habrían de ser sacrificados era interminable.
Hayan sido cien mil, cincuenta mil o incluso veinte mil víctimas en cuatro días, tratamos aquí con un record bestial, solo superado por el holocausto de Hiroshima, Nagasaki y Dresden; ambos pertenecientes a la segunda guerra mundial.
RECORD NÚMERO 3: LOS DESGRACIADOS NIÑOS

De los récords mencionados, es éste sin dudas el más repugnante e indignante. Ninguna sociedad en la historia tuvo mayor predilección por la inmolación de niños que los pueblos precolombinos, especialmente mayas,(1) aztecas y chibchas.
Cuando creían habrlo visto todo, los misioneros quedáronse perplejos al constatar la existencia de masivos sacrificios humanos de niños. Si existía una Fiesta particularmente terrorífica al respecto, esta era sin dudas la de Tlaloc, en donde los sacrificados eran exclusivamente niños. Refiriéndose a otros sacrificios que hacían los aztecas en el mes de Atcavalo, escribe Bernardino de Sahagún:
En este mes mataban muchos niños; sacrificándolos en muchos lugares, en las cumbres de los montes, sacándoles los corazones a honra de los dioses del agua, para que les diesen agua o lluvia. A los niños que mataban componíanlos con ricos atavíos para llevarlos a matar, y llevávanlos en unas literas sobre los hombros, y las literas iban adornadas con plumajes y con flores; iban tañendo, cantando y bailando delante de ellos. Cuando llevaban a los niños a matar, si lloraban y echaban muchas lágrimas, alegrábanse los que los llevaban, porque tomaban pronóstico de que habían de tener muchas aguas ese año. (…) No creo que haya corazón tan duro que oyendo una crueldad tan inhumana, y más que bestial y endiablada como la que arriba queda puesta, no se enternezca y mueva a lágrimas y horror y espanto.(2)
Comenta Morales Padrón, que era muy común en algunas tribus el ahogamiento de niños, y “que entre los chibchas se ofrecían preferentemente niños, a los que se criaba hasta los quince años en el Templo del Sol, para ser finalmente muertos a flechazos atados a una columna”.(3) A su vez, dice Francisco Clavijero que en la Fiesta de Tlaloc los aztecas sacrificaban exclusivamente niños de ambos sexos, que compraban para la ocasión. Eran dos las formas de hacerlo: a unos los ahogaban en el lago y a otros, niños de seis años, los encerraban en una caverna y los dejaban morir de hambre.(4)
Tomando en consideración que, como se ha reconocido —especialmente en el caso de los aztecas—, tras un exitoso combate se obtenían de una sola vez varios millares de prisioneros y que las guerras eran constantes, cabría preguntar: ¿Qué hubiera sucedido a los súbditos de aquel imperio de no haber llegado los españoles? Podría suponerse, sin temor a exagerar, que habrían desaparecido de la faz de la tierra sin dejar tal vez rastro alguno de su existencia. Probablemente, de no haber prohibido los españoles estas prácticas, las culturas indígenas hubieran desaparecido como lo habían hecho anteriormente los mayas, los teotihuacanos y los toltecas. Es el destino forzoso de los seguidores de falsas religiones.
Sabemos también por González Gimenes de Quesada, Lucas Fernández de Piedrahita y Fray Pedro Simón de la costumbre de varias tribus colombianas, venezolanas y brasileñas de sacrificar niños; particularmente entre panches y muiscas. En general estos niños, junto a otros esclavos, se vendían en distintos mercados de la región, siendo comprados la mayor de las veces para los sacrificios. El religioso Simon da preciso detalle de esta bestial ceremonia: “(…) tendían al muchacho sobre una manta rica en el suelo y alli lo degollaban con unos cuchillos de caña; cogían la sangre en una totuma y con ella untaban algunas peñas (…)”.(5) Fernández de Piedrahita confirma los hechos, diciendo: “(…) abriéndolo vivo y sacándole el corazón y las entrañas, mientras le cantaban sus músicos ciertos himnos que tenían compuestos para aquella bárbara función”.(6)
Por referir otros casos, también practicaron los sacrificios humanos de niños, en forma bastante frecuente, los picunches y los araucanos o mapuches;(7) incluso en épocas bastante recientes, siendo conocido el caso del niño de cinco años asesinado luego del terremoto de Valdivia de 1960; caso que tomó estado público y que causó gran revuelo en su momento.(8)
NOTAS:

1. Esta costumbre es denunciada por la misma National Geographic, en un documental titulado, en español, “Los últimos días del imperio Maya¨, Estados Unidos, 2005. Se halla disponible en: http://www.ivoox.com/ultimos-dias-del-imperio-maya-audios-mp3_rf_769250_ 1.htm­l?au­to­play=1
2. Bernardino de Sahagún: “Historia General de las Cosas de Nueva España”, Madrid, Dastin, 2001, tomo I, págs. 17-18.
3. Morales Padrón, Francisco: “Manual de Historia Universal”, tomo V, “Historia General de América”, Madrid, 1962, 62 (referencia al ahogamiento de niños), y 88-89 (ca­so de los Chibchas).
4. Ob. cit., pág. 168.
5. Fray Pedro Simón: “Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales”, Ed. Kelly, Bogotá, 1953, II, pág. 249.
6. Lucas Fernández de Piedrahita: “Historia General de las Conquistas del Nuevo Reino de Granada”, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Bogotá, 1942, I, págs. 40-41. Consultar también el muy buen artículo “Dos Sacrificios humanos entre los muiscas”, María Lucía Sotomayor, Instituto Colombiano de Antropologia, Bogotá, “Revista Colombiana de Antropología”, vol. XX­VIII, año 1989-1990.
7. “Revista anales”, Universidad de Chile, Séptima Serie, N° 1, mayo 2011. Consultar en: http://www.revistas.uchile.cl/index.php/ANUC/article/view­File/12347/18134. Tanto el P. Rosales (siglo XVII), como el gran historiador chileno José Toribio Medina y el dominico Alfonso Fernández, dieron cuenta de lo mismo.
8. Arturo Zúñiga: “El niño inmolado”, en “El Mercurio”, Santiago de Chile, 15 de agosto de 2001. Consultar el artículo completo en http://www.mapuche.info/news02/merc010815.html
Fuente: Tradición digital.

Las macabras fiestas de los Aztecas


Esta es la Tabla del Calendario Azteca con sus múltiples celebraciones rituales y “festivas”. Para los indios, la conquista y evangelización española de América fue una liberación (de estas terribles ceremonias). Se entiende, ahora  la razón por la que muchos pueblos de América ayudaron a los españoles en su lucha contra los feroces Aztecas.

I - Atlacacauallo (del 2 de febrero al 21 de febrero)     Tláloc, Chalchitlicue, Ehécatl Sacrificio de niños en diversos montes. Extracción de corazones y antropofagia ritual. Sacrificio de prisioneros.

II - Tlacaxipehualiztli (del 22 de febrero al 13 de marzo)     Xipe Tótec, Huitzilopochtli, Tequitzin-Mayáhuel     
Sacrificio de cautivos: hombres, mujeres y niños. Extracción de corazones y desollamiento.

III - Tozoztontli (del 14 de marzo al 2 de abril)     Coatlicue, Tlaloc, Chalchiuhtlicue, Tona     
Sacrificio de niños.

IV - Hueytozoztli (del 3 de abril al 22 de abril)     Centéotl, Chicomecacóatl, Tláloc, Quetzalcóatl     
Continúa el sacrificio de niños (hasta la llegada de lluvias abundantes).
V - Toxcatl (del 23 de abril al 12 de mayo)     Tezcatlipoca, Huitzilopochtli, Tlacahuepan, Cuexcotzin     
Sacrificio de un joven cautivo escogido y criado con lujos durante un año. Extracción de corazón.


VI - Etzalcualiztli (del 13 de mayo al 1 de junio)     Tláloc, Quetzalcóatl     
Sacrificio de prisioneros ataviados como tlaloques. Extracción de corazones.
VII - Tecuilhuitontli (del 2 de junio al 21 de junio)     Huixtocíhuatl, Xochipilli
Sacrificio de prisioneros y de una mujer ataviada como Huixtocíhuatl.
VIII - Hueytecuihutli (del 22 de junio al 11 de julio)     Xilonen, Quilaztli-Cihacóatl, Ehécatl, Chicomecóatl     
Sacrificio de una mujer ataviada como Xilonen. Decapitación y extracción del corazón.



IX - Tlaxochimaco (del 12 de julio al 31 de julio)     Huitzilopochtli, Tezcatlipoca, Mictlantecuhtli     
Sacrificio por inanición en cueva o templo

X - Xocotlhuetzin (del 1 de agosto al 20 de agosto)     Xiuhtecuhtli, Ixcozauhqui, Otontecuhtli, Chiconquiáhitl, Cuahtlaxayauh, Coyolintáhuatl, Chalmecacíhuatl
Sacrificio de prisioneros. Quemados vivos y extracción de los corazones antes de la muerte.

XI - Ochpaniztli (del 21 de agosto al 9 de septiembre)     Toci, Teteoinan, Chimelcóatl-Chalchiuhcíhuatl, Atlatonin, Atlauhaco, Chiconquiáuitl, Centéotl     
El sacrificio a Toci culminaba con el sacrificio de una mujer, decapitada por sorpresa: después era desollada y un joven vestía su piel. Sacrificio de cautivos. Extracción de los corazones y desollamiento.

XII - Teoleco (del 10 de septiembre al 29 de septiembre)     Xochiquétzal     
Sacrificio de prisioneros, quemados vivos.

XIII - Tepeihuitl (del 30 de septiembre al 19 de octubre)     Tláloc-Napatecuhtli, Matlalcueye, Xochitécatl, Mayáhuel, Milnáhuatl, dioses del pulque, Napatecuhtli, Chicomecóatl, Xochiquétzal     
Sacrificio de cuatro mujeres y un hombre. Extracción de los corazones y decapitación. Canibalismo.
XIV - Quecholli (del 20 de octubre al 8 de noviembre)     Mixcóatl-Tlamatzíncatl, Coatlicue, Izquitécatl, Yoztlamiyáhual, Huitznahuas     
Sacrificio de esclavos, y hombres y mujeres ataviados como los dioses citados. Extracción de corazones y decapitación.

XV - Panquetzaliztli (del 9 de noviembre al 28 de noviembre)     Huitzilopochtli
Sacrificio de cuatro esclavos en el juego de la pelota. Otros sacrificios en procesión. Combates rituales a muerte entre los esclavos. Sacrificio de prisioneros y esclavos. Extracción de corazones.

XVI - Atemoztli (del 29 de noviembre al 18 de diciembre)     Tlaloques     
Sacrificios de niños, y esclavos por decapitación.

XVII - Tititl (del 19 de diciembre al 20 de enero)     Tona-Cozcamiauh, Ilamatecuhtli, Yacatecuhtli, dios del infierno, Huitzilncuátec     
Sacrificio de una esclava ataviada como Ilamatecuhtli. Extracción de corazón y decapitación.
XVIII - Izcalli (del 8 de enero al 27 de enero)     Ixcozauhqui-Xiuhtecuhtli, Cihuatontli, Nancotlaceuhqui     
Sacrificio de prisioneros y esclavos representando a Xiuhtecuhtli y sus mujeres (solo cada cuatro años). Sacrificios de esclavos cebados a cuenta de devotos que querían ganar prestigio.

Nemontemi (del 28 de enero al 1 de febrero)     
Cinco días baldíos, aciagos. No hay rituales; ayuno general.


Fuente: Diario Ya 

Hubo más europeos esclavizados por los musulmanes que esclavos negros enviados a América

Así Fue en los siglos XVI y XVII


“¿Hay moros en la costa?”, decimos todavía hoy para significar la presencia entre nosotros de gente no particularmente grata. ¿Saben ustedes por qué? Lean este artículo —es espeluznante— y lo comprenderán.
¡Quién lo había de decir! La trata de esclavos: el infame pecado que, según musulmanes, africanos y europeos etnomasoquistas, mancilla irremisiblemente la dignidad de Europa, ahora resulta que semejante indignidad fue ampliamente superada, al menos en los siglos XVI y XVII, por la cometida contra los nuestros por parte del islam. Es cierto, es cierto: el “tú más” no justifica nada. La trata de esclavos negros fue una indignidad tan aborrecible como injustificable. Pero hay una pequeña diferencia: nosotros la reconocemos y deploramos (a veces —pienso en nuestros progres etnomasoquistas— hasta exagerando los zurriagazos). Ellos, en cambio —el mundo musulmán—, no reconoce ni deplora nada. Hay otra diferencia además: cuando nos querían arrebatar a los nuestros, los europeos combatimos todo lo que pudimos al enemigo (y así se produjo la victoria de Lepanto, y así tuvo lugar la expulsión de los moriscos, que colaboraban en las razias). Y cuando nos capturaban a los blancos, los padres terciarios y mercedarios intentaban rescatarlos. Nada, absolutamente nada de ello existió por desgracia en África.
Pero pasemos a ver lo que nos cuenta el profesor norteamericano Robert C. Davis.
Los historiadores estadounidenses han estudiado todos los aspectos de la esclavización de los africanos por parte de los blancos, pero han ignorado en gran medida la esclavitud de los blancos por parte de los africanos del Norte. Christian Slaves, Muslim Masters [Esclavos cristianos, amos musulmanes][1] es un libro cuidadosamente documentado y escrito con claridad sobre lo que el profesor Davis denomina “la otra esclavitud”, que floreció durante aproximadamente la misma época que el tráfico transatlántico de esclavos y que devastó a cientos de comunidades costeras europeas. En la mente de los blancos de hoy, la esclavitud no juega en absoluto el papel central que tiene entre los negros. Y, sin embargo, no se trató ni de un problema de corta duración ni de algo carente de importancia. La historia de la esclavitud en el Mediterráneo es, de hecho, tan siniestra como las descripciones más tendenciosas de la esclavitud americana.
Un comercio al por mayor
La costa de Berbería, que se extiende desde Marruecos hasta la actual Libia, fue el hogar de una próspera industria del secuestro de seres humanos desde 1500 hasta aproximadamente 1800. Las principales capitales esclavistas eran Salé (en Marruecos), Túnez, Argel y Trípoli, habiendo sido las armadas europeas demasiado débiles durante la mayor parte de este período para efectuar algo más que una resistencia meramente simbólica.
El tráfico trasatlántico de negros era estrictamente comercial, pero para los árabes los recuerdos de las Cruzadas y la rabia por haber sido expulsados de España en 1492 parecen haber motivado una campaña de secuestro de cristianos que casi parecía una yihad.
“Fue quizás este aguijón de la venganza, frente a los amables regateos en la plaza del mercado, lo que hizo que los traficantes islámicos de esclavos fueran mucho más agresivos y en un principio  mucho más prósperos (por así decirlo) que sus homólogos cristianos”, escribe el profesor Davis.
Durante los siglos XVI y XVII fueron más numerosos los esclavos conducidos al sur a través del Mediterráneo que al oeste a través del Atlántico. Algunos fueron devueltos a sus familias contra pago de un rescate, otros fueron utilizados para realizar trabajos forzados en África del Norte, y los menos afortunados murieron trabajando como esclavos en las galeras.
Lo que más llama la atención de las razias esclavistas contra las poblaciones europeas es su escala y alcance. Los piratas secuestraron a la mayoría de sus esclavos interceptando barcos, pero también organizaron grandes asaltos anfibios que prácticamente dejaron despobladas partes enteras de la costa italiana. Italia fue el país que más sufrió, en parte debido a que Sicilia está a sólo 200 km de Túnez, pero también porque no tenía un gobierno central fuerte que pudiese resistir a la invasión.
Las grandes razias a menudo no encontraron resistencia
Cuando los piratas saquearon, por ejemplo, Vieste en el sur de Italia en 1554, se hicieron con el alucinante número de 6.000 presos. Los argelinos secuestraron 7.000 esclavos en la bahía de Nápoles en 1544, una incursión que hizo caer tanto el precio de los esclavos que se decía poder “intercambiar a un cristiano por una cebolla”.
España también sufrió ataques a gran escala. Después de una razia en Granada en 1556 que se llevó a 4.000 hombres, mujeres y niños, se decía que “llovían cristianos en Argel”. Y por cada gran razia de este tipo, había docenas más pequeñas.
La aparición de una gran flota podía hacer huir a toda la población al interior, vaciando las zonas costeras.
En 1566, un grupo de 6.000 turcos y corsarios cruzó el Adriático para desembarcar en Francavilla al Mare. Las autoridades no podían hacer nada, y recomendaron la evacuación completa, dejando a los turcos el control de más de 1.300 kilómetros cuadrados de pueblos abandonados hasta Serracapriola.
Cuando aparecían los piratas, la gente a menudo huía de la costa hacia la ciudad más cercana, pero el profesor Davis explica que hacer tal cosa no siempre fue una buena estrategia: “Más de una ciudad de tamaño medio, llena de refugiados, fue incapaz de resistir un ataque frontal de cientos de asaltantes. El capitán de los piratas, que de lo contrario tendría que buscar unas pocas docenas de esclavos a lo largo de las playas y en las colinas, ahora podía encontrar mil o más cautivos convenientemente reunidos en un mismo lugar a los que tomar.”
Los piratas volvían una y otra vez para saquear el mismo territorio. Además de un número mucho mayor de pequeñas incursiones, la costa de Calabria sufrió las siguientes depredaciones graves en menos de diez años: 700 personas capturadas en una sola razia en 1636, 1.000 en 1639 y 4.000 en 1644.
Durante los siglos XVI y XVII, los piratas establecieron bases semipermanentes en las islas de Isquia y Procida, cerca de la desembocadura de la Bahía de Nápoles, elegida por su tráfico comercial.
Al desembarcar, los piratas musulmanes no dejaban de profanar las iglesias. A menudo robaban las campanas, no sólo porque el metal fuese valioso, sino también para silenciar la voz distintiva del cristianismo.
En las pequeñas y más frecuentes incursiones, un pequeño número de barcos operaba furtivamente y se dejaba caer con sigilo sobre los asentamientos costeros en mitad de la noche, con el fin de atrapar a las gentes “mansas y todavía desnudas en la cama”. Esta práctica dio origen al dicho siciliano “pigliato dai turchi” (“tomado por los turcos”), y se emplea cuando se coge a alguien por sorpresa o por estar dormido o distraído.
Las mujeres eran más fáciles de atrapar que los hombres, y las zonas costeras podían perder rápidamente todas las mujeres en edad de tener hijos. Los pescadores tenían miedo de salir, y no se hacían a la mar más que en convoyes. Finalmente, los italianos abandonaron gran parte de sus costas. Como explica el profesor Davis, a finales del siglo XVII, “la península italiana fue saqueada por corsarios berberiscos durante dos siglos o más, y las poblaciones costeras se retiraron en gran medida a pueblos fortificados en las colinas, o a ciudades más grandes como Rimini, abandonando kilómetros de costa, ahora pobladas de vagabundos y filibusteros”.
No fue hasta alrededor de 1700 cuando los italianos estuvieron en condiciones de prevenir las razias, aunque la piratería en los mares pudo continuar sin obstáculos.
La piratería llevó a España y sobre todo a Italia a alejarse del mar y a perder con efectos devastadores sus tradiciones de comercio y navegación: “Por lo menos para España e Italia, el siglo XVII representó un período oscuro en el que las sociedades española e italiana fueron meras sombras de lo que habían sido durante las anteriores épocas doradas”.
Algunos piratas árabes eran avezados navegantes de alta mar, y aterrorizaban a los cristianos hasta una distancia de 1.600 kilometros.
Una espectacular razia en Islandia en 1627 dejó cerca de 400 prisioneros.
Existe la creencia de que Inglaterra era una potencia naval formidable desde la época de Francis Drake, pero a lo largo del siglo XVII los piratas árabes operaron libremente en aguas británicas, penetrando incluso en el estuario del Támesis para capturar y asolar las ciudades costeras. En sólo tres años, desde 1606 hasta 1609, la armada británica reconoció haber perdido, por culpa de los corsarios argelinos, no menos de 466 buques mercantes británicos y escoceses. A mediados de la década de 1600, los británicos se dedicaron a un activo tráfico de negros entre ambos lados del Atlántico, pero muchas de las tripulaciones británicas pasaron a ser propiedad de los piratas árabes.
La vida bajo el látigo
Los ataques terrestres podían ser muy exitosos, pero eran más arriesgados que los marítimos. Los navíos eran por lo tanto la principal fuente de esclavos blancos. A diferencia de sus víctimas, los buques piratas tenían dos modos de propulsión: además de las velas, los galeotes. Llevaban muchas banderas diferentes, por lo que cuando navegaban podían enarbolar el pabellón que tuviera más posibilidades de engañar a sus presas.
Un buen barco mercante de gran tamaño podía llevar unos 20 marinos en buen estado de salud, preparados para durar algunos años en galeras. Los pasajeros en cambio para servían obtener un rescate. Los nobles y ricos comerciantes se convirtieron en piezas atractivas, así como los judios, que a menudo podían significar un suculento rescate pagado por sus correligionarios. Los dignatarios del clero también eran valiosos porque el Vaticano solía pagar cualquier precio para arrancarlos de las manos de los infieles.
Cuando llegaban los piratas, a menudo los pasajeros se quitaban sus buenos ropajes y trataban de vestirse tan mal como fuese posible, con la esperanza de que sus captores les restituyeran a sus familias a cambio de un modesto rescate. Este esfuerzo resultaba inútil si los piratas torturaban al capitán para sonsacarle información sobre los pasajeros. También era común hacer que los hombres se desnudaran, para buscar objetos de valor cosidos en la ropa, y ver si los circuncidados judíos no estaban disfrazados de cristianos.
Si los piratas iban cortos de esclavos en galeras, podían poner algunos de sus cautivos a trabajar de inmediato, pero a los presos los colocaban generalmente en la bodega para el viaje de regreso. Iban  apiñados, apenas podían moverse entre la suciedad, el mal olor y los parásitos, y muchos morían antes de llegar a puerto.
A su llegada al norte de África, era tradición que los cristianos recientemente capturados desfilaran por las calles para que la gente pudiera hacer burla de ellos y los niños cubrirlos de basura.
En el mercado de esclavos, los hombres estaban obligados a brincar para demostrar que no eran cojos, y los compradores a menudo querían desnudarlos para ver si estaban sanos, lo cual también permitía evaluar el valor sexual de hombres y mujeres; las concubinas blancas tenían un gran valor, y todas las capitales esclavistas poseían una floreciente red homosexual. Los compradores que esperaban hacer dinero rápido con un gran rescate examinaban los lóbulos de las orejas para encontrar marcas de perforación, lo cual era indicio de riqueza.
También era habitual examinar los dientes de un cautivo para ver si podía sobrevivir a un régimen esclavista duro.
El pachá o soberano de la región recibía un cierto porcentaje de los esclavos como forma de impuesto sobre la renta. Estos eran casi siempre hombres, y se convertían en propiedad del gobierno en lugar de ser propiedad privada. A diferencia de los esclavos privados, que por lo general embarcaban con sus amos, aquéllos vivían en bagnos, que es como se llamaba a los almacenes de esclavos del pachá. Era común afeitar la cabeza y la barba de los esclavos públicos como humillación adicional, en un momento en que la cabeza y el vello facial eran una parte importante de la identidad masculina.
La mayoría de estos esclavos públicos pasaban el resto de sus vidas como esclavos en galeras. Resulta difícil imaginar una existencia más miserable. Los hombres eran encadenados tres, cuatro o cinco a cada remo, y sus tobillos quedaban encadenados también juntos. Los remeros nunca dejaban su bancada, y cuando se les permitía dormir, lo hacían en ella. Los esclavos podían empujarse para llegar a hacer sus necesidades en un agujero en el casco, pero a menudo estaban demasiado cansados ​​o desanimados para moverse y descargaban ahí donde estaban sentados. No tenían ninguna protección contra el ardiente sol mediterráneo, y sus amos les despellejaban las espaldas con el instrumento favorito del negrero: el látigo. No había casi ninguna posibilidad de escape o rescate, el trabajo de un galeote era el de matarse a trabajar —sobre todo en las razias para capturar más miserables como él—, siendo arrojados por la borda a la primera señal de enfermedad grave.
Cuando la flota pirata estaba en puerto, los galeotes vivían en el bagno y hacían todo el trabajo sucio, peligroso o agotador que el Pachá les ordenara hacer. Solían cortar y arrastrar piedras, dragar el puerto o encargarse de las labores más penosas. Los esclavos que se encontraban en la flota del sultán ruco ni siquiera tenían esa opción. A menudo estaban en el mar durante meses seguidos y permanecían encadenados a los remos incluso en el puerto. Sus barcos eran prisiones de por vida.
Otros esclavos en la costa bereber tenían un trabajo más variado. A menudo hacían el trabajo agrícola que asociamos a la esclavitud en Estados Unidos, pero los que tenían habilidades eran alquilados por sus dueños. Algunos de éstos simplemente aflojaban a sus esclavos durante la jornada con orden de regresar con una cierta cantidad de dinero por la noche, bajo la amenaza de ser golpeados brutalmente en caso de no hacerlo. Los dueños esperaban normalmente una ganancia de un 20% sobre el precio de compra. Hicieran lo que hiciesen, en Túnez y Trípoli los esclavos llevaban un anillo de hierro alrededor de un tobillo y arrastraban una pesada cadena de entre 11 y 14 kg.
Algunos dueños ponían a sus esclavos blancos a trabajar las tierras muy lejos, donde todavía se enfrentan a otra amenaza: una nueva captura y una nueva esclavitud más en el interior. Estos desgraciados probablemente no verían ya más a otro europeo en el resto de su corta vida.
El profesor Davis señala que no existía ningún obstáculo a la crueldad: “No había fuerza que pudiese proteger al esclavo de la violencia de su amo, no existían leyes locales en contra de la crueldad, ni una opinión pública benevolente, y raramente existía una presión efectiva por parte de los Estados extranjeros”.
Los esclavos blancos no sólo eran mercancías, sino también infieles, y merecían todo el sufrimiento infligido por sus dueños.
El profesor Davis señala que “todos los esclavos que, habiendo vivido en bagnos, sobrevivieron para contar sus experiencias destacaban la crueldad y la violencia endémica ahí practicada”. El castigo favorito era el azotamiento. Un esclavo podía recibir hasta 150 o 200 golpes, lo cual podía dejarlo lisiado. La violencia sistemática convirtió a muchos hombres en autómatas.
Los esclavos cristianos eran a menudo tan abundantes y tan baratos que no había ningún incentivo para cuidarlos. Muchos dueños les hacían trabajar hasta morir y compraban otros para remplazarlos.
Los esclavos públicos también contribuían  a un fondo para mantener a los sacerdotes en el bagno. Era una época muy religiosa, e incluso en las condiciones más terribles los hombres querían tener la oportunidad de confesarse, y, lo más importante, de recibir la extremaunción. Había casi siempre un sacerdote cautivo o dos en los bagnos, pero para estar disponible para sus deberes religiosos, otros esclavos debían contribuir y comprarle su tiempo al Pachá, por lo que a algunos esclavos en las galeras no les quedaba nada para comprar comida o ropa. Sin embargo, durante ciertos períodos, los europeos que vivían libres en las ciudades bereberes contribuían a los gastos de mantenimiento de los sacerdotes de los bagnos.
Para algunos, la esclavitud se convirtió en algo más que soportable. Ciertos oficios, en particular, el de constructor naval, eran tan codiciados que el dueño de un esclavo podía recompensarlo con una villa privada y amantes. Incluso algunos residentes del bagno lograron sacar partido de la hipocresía de la sociedad islámica y mejorar de tal modo su condición. La ley prohibía estrictamente a los musulmanes el comercio de alcohol, pero era más indulgente con los musulmanes que sólo lo consumían. Los esclavos emprendedores establecieron tabernas en los bagnos, y algunos llegaban a tener una buena vida al servicio de los musulmanes bebedores.
Una forma de aligerar la carga de la esclavitud era “tomar el turbante” y convertirse al islam. Esto eximia del servicio en galeras, de los trabajos más penosos y de alguna que otra faena impropia de un hijo del profeta, pero no de ser esclavo. Uno de los trabajos de los sacerdotes de los bagnos era evitar que los hombres desesperados se convirtieran, pero la mayoría de esclavos no parecían necesitar el tal consejo. Los cristianos creían que la conversión podría poner en peligro sus almas, además de requerirse también el desagradable ritual de la circuncisión de los adultos. Muchos esclavos parecían sufrir los horrores de la esclavitud tratándolos como un castigo por sus pecados y como una prueba a su fe. Los dueños les disuadían de la conversión, ya que éstas limitaban el uso de los malos tratos y bajaban el valor de reventa de un esclavo.
Para los esclavos, resultaba imposible escapar. Estaban muy lejos de casa, a menudo eran encadenados, y podían ser identificados de inmediato por sus rasgos europeos. La única esperanza era el rescate. A veces la suerte no tardaba en llegar. Si un grupo de piratas había capturado tantos hombres como para no tener ya espacio bajo el puente, podía hacer una incursión en una ciudad y luego regresar a los pocos días para vender los cautivos a sus familias. Por lo general, ello se hacía a un precio mucho menor que el de alguien que se rescataba desde África del Norte, pero con todo era mucho más de lo que los agricultores se podían permitir. Los agricultores generalmente no tenían liquidez, ni bienes al margen de la casa y la tierra. Un comerciante estaba por lo general preparado para comprarlos a un precio bajo, pero significaba que el cautivo regresaba a una familia completamente arruinada.
La mayoría de los esclavos dependían de La labor caritativa de los trinitarios (orden fundada en Italia en 1193) y de los mercedarios (fundada en España en 1203). Estas órdenes religiosas se establecieron para liberar a los cruzados en poder de los musulmanes, pero pronto cambiaron su trabajo por el de la liberación de los esclavos en poder de los piratas berberiscos, recaudando dinero específicamente para esta labor. A menudo ponían cajas de seguridad fuera de las iglesias con la inscripción “por la recuperación de los pobres esclavos”, y el clero llamaba a los cristianos ricos a dejar dinero. Las dos órdenes se convirtieron en hábiles negociadoras, y por lo general lograron comprar esclavos a mejores precios que los obtenidos por libertadores sin experiencia. Sin embargo, nunca hubo suficiente dinero para liberar a muchos cautivos, y el profesor Davis estima que no más de un 3 o un 4% de los esclavos fueron rescatados en un solo año. Esto significa que la mayoría dejaron sus huesos en las tumbas anónimas de cristianos, fuera de las murallas de la ciudad.
Las órdenes religiosas llevaban cuentas exactas de los resultados obtenidos. En el siglo XVII, los trinitarios españoles, por ejemplo, llevaron a cabo 72 expediciones para el rescate de esclavos, con una media de 220 liberaciones por ​​cada una de dichas expediciones. Era costumbre llevarse con ellos los esclavos liberados y hacerlos caminar por las calles de la ciudad en las grandes celebraciones. Estas procesiones, que tenían una profunda connotación religiosa, se convirtieron en uno de los espectáculos urbanos más característicos de la época. A veces los esclavos marchaban en sus antiguos hábitos de esclavos para enfatizar los tormentos que sufrieron; otras veces llevaban trajes blancos especiales para simbolizar su renacimiento. Según los registros de la época, muchos esclavos liberados no se reinsertaron por completo después de sus vivencias, especialmente si habían pasado muchos años en cautiverio.
¿Cuántos esclavos?
El profesor Davis señala que las numerosas investigaciones efectuadas han logrado que se determine con la mayor precisión posible el número de negros traídos a través del Atlántico, pero no existe ningún esfuerzo similar para determinar la extensión de la esclavitud en el Mediterráneo. No es fácil conseguir cifras fiables. Los árabes no suelen conservar los archivos. Pero a lo largo de sus diez años de investigación, el profesor Davis ha logrado desarrollar un método de estimación.
Por ejemplo, el registro indica que desde 1580 hasta 1680 hubo un promedio de unos 35.000 esclavos en países berberiscos. Contando con la pérdida constante a través de la muerte y del rescate, si la población se mantuvo constante, entonces la tasa de captura de nuevos esclavos por los piratas era igual a la tasa de desgaste. Hay una buena base para la estimación de las tasas de mortalidad. Por ejemplo, sabemos que de los cerca de 400 islandeses capturados en 1627, sólo hubo 70 supervivientes ocho años después. Además de la desnutrición, el hacinamiento, el exceso de trabajo, y los castigos brutales, los esclavos sufrieron epidemias de peste, que por lo general eliminaban entre el 20 y el 30% de los esclavos blancos.
A través de diversas fuentes, el profesor Davis estima que la tasa de mortalidad fue de aproximadamente un 20% al año. Los esclavos no tenían acceso a las mujeres, por lo que la sustitución se realizaba exclusivamente a través de las capturas.
Su conclusión: entre 1530 y 1780 hubo, con casi total seguridad, un millón y tal vez hasta millón y cuarto de cristianos blancos europeos esclavizados por los musulmanes de la costa bereber. Esto supera con creces la cifra generalmente aceptada de 800.000 africanos transportados a las colonias de América del Norte y más tarde a los Estados Unidos.
El profesor Davis explica que, a finales de 1700, se controló mejor este comercio, pero hubo un renacimiento de la trata de esclavos blancos durante el caos de las guerras napoleónicas.
La flota norteamericana no quedó libre de la depredación. Fue sólo en 1815, después de dos guerras contra ellos, que los marinos estadounidenses se libraron de los piratas berberiscos. Estas guerras fueron importantes operaciones para la joven república; una campaña que se recuerda en las estrofas de “a las orillas de Trípoli”, en el himno de la marina. Cuando los franceses tomaron Argel en 1830, todavía había 120 esclavos blancos en el bagno.
¿Por qué hay tan poco interés por la esclavitud del Mediterráneo, mientras que la erudición y la reflexión sobre la esclavitud negra nunca termina? Como explica el profesor Davis, los esclavos blancos con dueños no blancos simplemente no encajan en “la narrativa maestra del imperialismo europeo.” Los patrones de victimización tan queridos por los intelectuales requieren de la maldad del blanco, no del sufrimiento del blanco.
El profesor Davis también señala que la experiencia europea de la esclavitud a gran escala muestra el engaño en que consiste otro tema favorito de la izquierda: que la esclavitud negra fue un paso crucial en la creación de los conceptos europeos de raza y jerarquía racial. No es así. Desde hace siglos, los propios europeos han vivido con en el miedo del látigo, y un gran número asistieron a procesiones celebradas por el rescate de los esclavos liberados, todos los cuales eran blancos. La esclavitud era un destino más fácilmente imaginable para ellos mismos que para los lejanos africanos.
Extraido del Blog http://www.elmanifiesto.com
Traducido del francés de la página marie-masson-gaechter.over-blog.com

Source : Robert C. Davis, Christian Slaves, Muslim Masters: White Slavery in the Mediterranean, the Barbary Coast, and Italy, 1500-1800, Palgrave Macmillan, 2003, 246 pages.