lunes, 12 de mayo de 2014

¡Viva Putin, la bestia negra de los bienpensantes!


Vladímir Putin es aclamado a su llegada al estadio de Moscú.
Vladímir Putin es aclamado a su llegada al estadio de Moscú.
Guillaume Faye/Especial para AD.- El ex KGB Vladimir Putin, catalogado como hombre de derecha, incluso de extrema derecha, perturba los esquemas de la intelligentsia y las élites dirigentes de Occidente.
Las críticas contra el gobierno de Vladimir Putin son conocidas: bajo su mandato Rusia ha dejado de ser una democracia y se ha vuelto amenazante. Putin sería una especie de Nerón, o mejor, un nuevo Iván el Terrible.
Practica el culto de la personalidad, nos dicen, (con la clara intención de provocar una asociación de ideas con Stalin), gobierna el inmenso país gracias a sus redes, tanto financieras, industriales y policiales (la teoría de la “vertical del poder” y la red de los siloviki).
Según esta versión, Putin estaría corrompido y su poder autoritario oprimiría a los buenos opositores demócratas, echados a la cárcel por una justicia bajo control, la democracia rusa estaría trucada, al igual las elecciones, los homosexuales perseguidos, los medios de comunicación amordazados, Ucrania sometida a un horrible chantaje imperialista y el tirano de Damasco mimado por el Kremlin, los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi serían un himno indecente a mayor gloria de Putin y su régimen, etc… En definitiva, Putin se ha convertido en el diablo para todos los medios dirigentes occidentales y el síndrome antiPutin es compartido por la clase periodistica y todos los loros de la ideología dominante. Para mí, que acostumbro a dar conferencias en Rusia y publicar mis escritos, estas acusaciones tienen un carácter surrealista. Gozo de mayor libertad de expresión en Rusia que en Europa occidental y concretamente en Francia. La censura solapada e hipócrita o brutal de lo “políticamente correcto” no existe en Rusia, y en cambio lo “putinamente incorrecto” puede expresarse sin problemas.
Los bienpensante moralizadores, descendientes y herederos del izquierdismo
Los bienpensantes, herederos en un 80% de una ideología de izquierda, deberian mirar la viga en el ojo propio antes que la paja en el del vecino. Estos descendientes del izquierdismo, hoy en el poder en el seno del PS, aliados a los Verdes y a menudo al PC, son los descendientes de una familia política que ha apoyado las peores dictaduras totalitarias criminales, desde el comunismo soviético al régimen maoísta, pasando por los Khmers Rojos y la Albania comunista. Hoy maldicen al régimen “antidemocrático” de la Rusia de Putin. Carecen de respaldo moral para dar lecciones a nadie.
Francia, bajo el PS ¿es democrática, cuando el partido supuestamente ecologista EELV (tapadera del izquierdismo trotkista) que representa el 2,31% de los votos, impone, como un lobby minoritario, leyes y medidas energéticas absurdas y rechazadas por la mayoría de la opinión pública? La Francia del PS, ¿es democrática cuando instaura una política judicial laxista, fuente de la explosión de la criminalidad, cuando abre todas las compuertas de la inmigración descontrolada, cuando naturaliza y regulariza a manta, cuando elabora baterías de disposiciones destructoras de la identidad nacional, cuando avala el reino de las corporaciones sindicales minoritarias genrosamente subvencionadas, cuando obedece a los lobbies comunitaristas?
De la educación nacional a la política penal, pasando por la política familiar, fiscal o migratoria, ¿éste país acaso es democrático cuando las orientaciones seguidas son contrarias a los deseos del 60% de la población, es decir la mayoría del país real? Hay que decir que la derecha en el poder antes del PS había, de manera algo más atenuada, praticado exactamente la misma estrategia antipopular.
Y cuando hablamos del amordazamiento, de la censura y del control de los medios rusos por el régimen de Putin, olvidamos precisar que en Francia, las cadenas de TV, las radios, la gran prensa, los grandes sitios Internet, están en un 90% en manos de la ideología y de las redes de la oligarquía y de su pensamiento único. El totalitarismo soft, es en nuestra casa donde se lo padece.
¿Ésta es la democracia francesa, la que le da lecciones de moral a la Rusia de Putin? Putin tiene cuatro veces más de opiniones favorables de su pueblo que Hollande del suyo.
Estamos siendo víctimas en Occidente de una desinformación global sobre la Rusia de Putin. Hay de parar de atacar aquél cuya política es aprobada por una gran mayoría de la opinión rusa: es decir la opinión popular, no la de las élites occidentalizadas o de una cierta burguesía de Moscú y San Petersburgo. Pero la izquierda bienpensante no soporta la opinión de la mayoría del pueblo, sobre todo del pueblo llano que desprecia como inculto, y llama populismo toda política que tiene en cuenta al pueblo llano, asimilando eso al fascismo.
En realidad, las verdaderas razones del odio hacia Putin de parte de la ideología dominante (que no es la opinión popular mayoritaria) no proviene para nada de que su régimen sería “antidemocratico” (ya que a la izquierda siempre le ha importado muy poco la democracia) pero de sus orientaciones que chocan contra la oligarquía y la intelligentsia mediática occidentales. Los dos elementos principales del acoso contra Putin son:
1) Putin ha decidido hacer de Rusia otra vez una gran potencia y volver a darle una fuerza y un prestigio internacional. Eso choca los sentimientos de una cierta rusofobia occidental. La izquierda francesa bienpensante se alía en este punto con Washington. Se vuelve a lanzar el mito del “imperialismo ruso”. Se detesta una Rusia poderosa y animada por el patriotismo en los círculos de la Unión Europea que está sometidos a la estrategia norteamericana. A esto se añade el apoyo de Rusia a Siria.
2) Putin desarrolla en Rusia las nociones de patriotismo, de renacer de la natalidad autóctona, de respecto de los valores tradicionales del pueblo ruso, de arraigo, de freno de la inmigración sin control, de cooperación con la Iglesia Ortodoxa. Todo eso contraría profundamente la oligarquía occidental porque choca frontalmente contra su ideología, sus pasiones y sus antojos. Putin comete un pecado capital al desmarcarse del dogma del cosmopolitismo, y al atreverse a decir que quiere luchar contra la dedadencia de las costumbres y afirmar la identidad rusa ancestral, se define como un horrible tirano.
La ley votada por la Duma contra la propaganda de las prácticas homosexuales y contra la adopción de niños rusos por parejas homosexuales extranjeras, así como la hostilidad del poder ruso hacia la Gay Pride y el matrimonio homosexual han sido interpretados por los ideólogos occidentales como otras tantas monstruosidades, cuando en realidas se trata de sentido común y de decisiones aprovadas por el 80% de los países del mundo. La detención y el encarcelamiento de las Pussy Riots profanadoras de la catedral del Cristo Salvador (posteriormente liberadas) han sido presentadas como prácticas escandalosas, dignas del antiguo gulag. Estamos en pleno delirio.
Así pues, la diabolización de Putin descansa sobre estos dos elementos y no sobre el hecho de que estaría al mando de un régimen opresor de las libertades. Esta hipocresía antirrusa de los círculos dirigentes occidentales está demostada por la extrema tolerancia hacia los régimenes de las monarquías del Golfo Pérsico y el poder chino que ellos si que son verdaderas dictaduras. Hay en el mundo, en Asia, en África, en América del Sur, regímenes mucho más “antidemocráticos” que Rusia. Sin embargo lo único que se oye sobre esos gobierno es… silencio. Se prefiere concentrar los ataques contra Putin. Porque Putin tiene ideas que incomodan, valores que molestan a los bienpensantes. Hablar de Putin como de un tirano queda muy bien en los salones parisinos, pero ahí cuenta más la imagen que la realidad.
En realidad, ¿qué es el régimen ruso actual? Ciertamente es un poder fuerte. Pero es imposible que sea de otra manera en la inmensa Federación de Rusia. Es su historia milenaria. ¿Es un sistema tocado por la corrupción? Sin duda, pero no más que en otras parte y a menudo menos que en el resto del mundo. ¿Un país privado de libertades? Comparemos con la Unión Soviética y tendremos la respuesta. Desde que Putin está en el poder desde el año 2000, Rusia se ha levantado económicamente y ha retomado su lugar como gran potencia, la pobreza ha retrocedido y el PIB por habitante ha progresado notablemente. Claro está, quedan enormes problemas que tratar. Todo no es de color rosa. ¿Pero dónde son las cosas de color rosa? ¿Pretendemos que Rusia se convierta en una Suiza gigante?
El interés de Europa es el eje de la alianza con Rusia, que comparte con nosotros la misma civilización en las profundidades de su constitución, el mismo cimiento etnocultural, el mismo conjunto histórico. En el fondo lo que molesta a los detractores de Putin, de manera enfermiza, es que Putin defiende, de manera bastante tranquila, ideas de identidad y de poder, de tradición y de innovación, que desconfia del islamismo (y del islam) como de la peste, que es muy desafavorable a la inmigración, que es natalista y familiarista y que considera que los valores “societales” de Occidente como valores nihilistas. Eso es considerado nauseabundo e inadmisible por los popes del pensamiento dominante en Occidente.
El ex KGB Putin, rebautizado como hombre de derecha, incluso de extrema derecha, perturba los esquemas de la intelligentsia y las élites occidentales. Putin se presenta como un atleta, admirado por las mujeres, lo que provoca los celos de los dirigentes occidentales que detestan toda alusión a la virilidad. Putin juega habilmente con su imagen viril, dirigida a los rusos. Esto suscita la cólera de los ideólogos occidentales para quienes la “virilidad blanca” es el pecado supremo.
Por lo tanto, ¡Viva Putin y viva Rusia!

TOMADO DE: alerta digital

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