sábado, 3 de mayo de 2014

Debate sobre “Unión civil”: el lado débil y el lado fuerte

DOS POSICIONES, DOS ESTILOS

Lunes 28 de abril de 2014
En cualquier debate, cuando una de las partes comienza a sustituir las razones por agresiones verbales contra la parte opuesta, es indicio cierto de la debilidad de su posición. 
Así sucede con los promotores de la actual campaña a favor de la “unión civil” entre personas del mismo sexo. Sintiéndose carentes de argumentos válidos, buscan compensar esa laguna insanable agrediendo con injurias a todo aquel que se les oponga —y en primer lugar, es claro, a la Iglesia Católica.
Vale la pena comparar la calidad de la argumentación de una y otra parte. El día 3 de abril la Conferencia Episcopal Peruana emitió un comunicado sobre el proyecto de “unión civil” que tramita en el Parlamento. El texto sostiene que dicha propuesta contraría el orden natural, distorsiona la verdadera identidad de la familia, contradice la finalidad del matrimonio y, en su igualitarismo extremado, ignora las notorias y naturales diferencias entre el hombre y la mujer.
Los obispos también denuncian que se busca equiparar jurídicamente la “unión civil” al matrimonio [1]. En resumen, el texto expone con sobriedad la doctrina moral de la Iglesia sobre el tema en debate. Y por cierto no contiene ningún ataque personal [2].
Pero esa exposición ya fue suficiente para que los adeptos de la “unión civil” respondiesen como de costumbre, no confrontando ideas sino lanzando contra los obispos una andanada de injurias personales, alternadas con afirmaciones de un subjetivismo delirante.

Soberbia, odio, delirio

Así, un publicitado presentador de TV, haciendo alarde de su homosexualidad atacó el documento de los obispos, afirmando que “nadie está más obsesionado con el sexo que los curas”. Trata despectivamente al Cardenal Arzobispo de Lima de “curita”, y dice sentirse insultado por la crítica que este hace al proyecto en cuanto contrario al orden natural, porque —afirma muy suelto de cuerpo— “el orden natural no existe” [3].
¿No existe, sólo porque él lo afirma? – ¿Conocerá él ese asunto más que toda la constelación de pensadores, filósofos, juristas y teólogos que desde hace 25 siglos lo han explicado? En materia de pretensión y soberbia, es difícil llegar tan lejos...
Otro periodista, desde su columna en “El Comercio” también embiste contra el comunicado de los Obispos afirmando que ha sido “una patada” en el proyecto “conciliador” de Bruce, y que la propuesta de referéndum presentada por el Cardenal Cipriani es “un exabrupto plebiscitario a lo Chávez” [4].
Comparar la propuesta del Primado del Perú con las maniobras políticas del malogrado tiranete caribeño es una bajeza, reveladora del odio ofuscado que ciertos relativistas tributan a la Iglesia.
Pero la perla en esta materia es, sin duda, el artículo del novelista favorito de la macropublicidad, el Sr. Mario Vargas. Pareciera que de tanto escribir novelas él perdió el sentido de la realidad, y fantasiosamente se imagina capaz de enfrentarse de igual a igual a la Iglesia, Maestra de la Verdad, y contradecir a su gusto una milenaria doctrina moral asentada en los diez Mandamientos.
Si por lo menos lo hiciese presentando argumentos, como en vano trataron de hacerlo los fariseos con Jesucristo o los atenienses con San Pablo... Pero elegir el puro insulto como materia de ataque a la Jerarquía de la Iglesia, ¡es matonismo verbal, y del peor!
A ese nivel se rebaja el Sr. Vargas, que no ahorra epítetos al documento de la Conferencia Episcopal: lo califica como “cavernario y de una crasa ignorancia”, resabio del “sector más troglodita de la Iglesia”, que transpira un “oscurantismo agresivo” y se basa en una “creencia prejuiciosa desmentida por la ciencia y por el sentido común”, propia de “países atrasados e incultos” donde imperan “el fanatismo religioso y el machismo”, etc., etc. [5].
De pasada, aclaremos que es totalmente falso que la doctrina de la Iglesia sobre familia haya sido “desmentida por la ciencia” o por el “sentido común”. Y sería imposible desmentirla, ya que se funda en la propia naturaleza humana.

Una demostración de impotencia

Cabe preguntar entonces: ¿qué es lo que llevó a un novelista tan publicitado a perder los papeles de esa manera? ¿será la conciencia de su impotencia para argumentar? ¿un arrebato de odio a la Iglesia? [6] ¿O una conjunción de estas y otras causas?
Es difícil responder, pues las psicologías relativistas son bien complejas. Pero en cualquier caso, lo cierto es que ese animus injuriandi es también una manifestación de debilidad. Al emplear insultos en vez de ideas como arma de polémica, y por más importancia publicitaria que ostenten, los partidarios de la “unión civil” demuestran que son el lado débil en el debate, y los defensores del matrimonio verdadero y la familia serán siempre el lado fuerte, porque tienen la verdad de su lado.
Tengamos eso bien presente y sepamos actuar en defensa del matrimonio y la familia frente a esta nueva acometida revolucionaria, serenos y confiados en la fuerza invencible de la verdad.

[1Esta intención de llegar hasta el seudo-matrimonio es obvia, y fue admitida en su momento por el propio autor del proyecto, Carlos Bruce, aunque ahora busque disimularla presentando una versión light del mismo, concebida como etapa estratégica de avance hacia a la meta más radical.
[6Ese odio llevó, por ejemplo, a que la dirigente del movimiento homosexual de Lima, V. Ferrari, declarase que su lucha es “contra la Iglesia” y su meta es “terminar con la Iglesia, estamos en esa lucha” (http://www.exitosadiario.pe/actualidad/el-peru-es-un-infierno-para-las-mujeres). 
¡“Terminar con la Iglesia”! ¿Pretende este agrupamiento realizar lo que en 2 milenios de historia del cristianismo no lograron hacer ni las persecuciones de los homosexuales Nerón y Calígula, ni el Terror promovido por Dantón y Robespierre, ni las tiranías ateas y genocidas de Stalin y Mao? ¡Delirio!

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