viernes, 3 de julio de 2015

Un aspecto olvidado de la desastrosa dictadura de Vel-asco: nos sumergió en el retraso cultural


A veces se pueden encontrar cosas interesantes sobre un tema en artículos que tratan de otro tema totalmente distinto. Así, en un ensayo sobre historia del derecho constitucional (acerca de la figura del "amparo colonial"), nos topamos con este interesante dato acerca de la dictadura de Vel-asco: la política controlista sobre la economía que impuso, produjo una restricción en la importación de libros, lo cual terminó por retrasar culturalmente al Perú. Claro, mientras que, debido a las medidas estatistas y controlistas, importar libros se volvió una odisea, y así se limitó enormemente la cantidad de libros extranjeros que pudieron llegar al Perú, el gobierno nos inundó de libros llenos de literatura roja, socialista y comunista, directamente promovida por el Estado (y que serviría para lavarle el cerebro a todos los jóvenes, que luego se sumarían a las bandas terroristas de Sendero Luminoso y el MRTA -esto no lo digo yo, esto lo sostiene un historiados recontra izquierdista como Nelson Manrique, quien dice que Sendero nació en buena cuenta del gobierno de Vel-asco). "Gracias", General...
Aquí el fragmento que nos interesa del artículo:



En agosto de 1975, tuve la oportunidad de visitar México por vez primera, invitado oficialmente como participante al Primer Congreso Latinoamericano de Derecho Constitucional, que después se denominó Primer Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional (con posterioridad se han sucedido cuatro congresos en la misma línea, lo que hace un total de cinco; sólo de los cuatro primeros se han publicado sus ponencias). Pues bien, este viaje me fue muy importante, sobre todo en lo histórico y cultural y constituyó en cierto sentido un descubrimiento. De México venía no sólo cantidad de libros, originales o en traducciones, sino la enseñanza de eminentes maestros, algunos del mismo país, otros que hacían en México alguna estancia breve, o quizá larga, tan larga como sus propias vidas de docentes (como es el caso de Niceto Alcalá-Zamora y Castillo o Luis Recaséns Siches en el campo jurídico). En dicho congreso, al cual asistieron más de cien representantes de toda nuestra área, aparte de conocer a muchas personalidades con las cuales forjé amistad duradera, me fue dable acceder a novedades bibliográficas, no sólo impresas en México, sino en otros países. Esto era muy importante, ya que en aquella época, el Perú vivía con una severa restricción en cuanto al uso de dólares, a tal extremo que no se podía importar lo que cada cual quisiera, sino tan sólo lo que el gobierno militar asignaba en las famosas cuotas de importación. Así, por ejemplo, un destacado librero podía pedir cien, pero le podían otorgar la quinta parte de lo solicitado. Ante tal coyuntura, el librero optaba por importar estrictamente aquello que era de fácil venta, para recuperar su inversión, sin poder distraer fondos en otros libros que probablemente se venderían, pero más lentamente. Durante esos años, y por problemas de dólares, el Perú se atrasó culturalmente en forma significativa, lo cual hasta ahora, pienso, no ha podido remediarse. Los únicos que pudieron estar al día en sus respectivas disciplinas --aparte de los que frecuentaban bibliotecas bien surtidas--, eran los que viajaban o podían hacer pedidos directos a las librerías extranjeras, lo que como se comprenderá, era el recurso de una élite.

DE:   DOMINGO GARCÍA BELAUNDE. El amparo colonial peruano. 
          En: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/5/2206/12.pdf

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