miércoles, 8 de julio de 2015

Papa Francisco: Ahora propagandista de la Leyenda Negra anti hispana (y anti católica)

Aún en este blog se han  publicado artículos en los cuales se destruye la infame Leyenda Negra anti española (contradiciendo las mentiras, como aquella del "genocidio" indígena,  difundidas sobre todo por los izquierdistas e indigenistas, pero que también los liberales repiten -al fin y al cabo, fueron ellos quienes la inventaron). Sin embargo, al parecer el Papa no sabe, o no le da la gana de saber, lo que hasta en un modestísimo blog se conoce. O peor aún, sí sabe, pero no le da la gana de decirlo, porque sabe que hacerlo es impopular, incómodo; es una vedad incómoda y prefiere seguir reproduciendo el cuento porque eso sí es simpático, eso sí es popular entre la gente que se ha tragado el engaño repetido desde hace 200 años. Es más cómodo seguir con la falsedad esa de qué malos eran los españoles: explotadores (poco más, y se tiene que decir, capitalistas), intolerantes, que vinieron a imponer sus creencias; y qué buenos,en cambio, eran los indios: tan tolerantes y humanos (tanto que realizaban sacrificios humanos a montones), tan considerados con la gente de sus pueblos (porque en las "civilizaciones" indígenas había democracia, no había clases sino que todos eran iguales -eso de que no se podía ver directamente al Inca es un detallito, no más-, y todos los indios hacían los pesadísimos trabajos obligatorios para el Estado con una sonrisa de oreja a oreja). 
Pero lo peor es que Su Santidad parece que no se da cuenta de que toda leyenda negra anti española es también, necesariamente, anti católica. Porque si los españoles, entre otras cosas vinieron a "imponer sus creencias",o sea,  la religión católica, entonces el catolicismo no es más que el objeto y el vehículo, de la opresión. Y si la conquista fue una empresa de explotación, entonces la Iglesia, que acompañó esa empresa, no fue más que una socia y avaladora (además de la principal promotora) de esa explotación (pudiéndose reconocer solo algunas excepciones), y la religión fue su pretexto (su discurso ideológico justificativo, si usamos un lenguaje marxistoide). Todo esto no lo invento yo. Por el contrario, estas calumnias contra la Fe se dicen y repiten ad nauseam; para comprobarlo, solo basta revisar los libros izquierdistas de historia o sociología que por todas partes abundan. Pero bueno, no se podía esperar más.Si el Papa dice constantemente cosas contrarias a la Verdad de la  Fe (o calla muchas otras) para no incomodar y ganarse la aprobación del mundo, es demasiado pedir que diga la verdad sobre la Historia, cuando esta es tan poco popular y no quiere ser aceptada por la gente que se siente más tranquila y a gusto viviendo engañada.
En fin, primero fue la "canonización" de la farsa del calentamiento global, y ahora parece que los izquierdistas anticatólicos de siempre tienen un respaldo más cortesía del Papa para seguir propalando sus mentiras, esta vez, la de la opresión española de América.

El Papa Francisco, otra víctima de la Leyenda Negra

por Eduardo García Serrano

El Papa Francisco, jesuita argentino, olvida, o ignora, en su homilía sobre la independencia americana que fue España la que liberó con el Evangelio a los nativos hispanoamericanos. Gracias a España hoy la Iglesia tiene un papa argentino.
El Papa Francisco, en la misa celebrada en el Parque del Bicentenario de Quito, en su visita oficial a Ecuador, ha evidenciado en sus palabras que en su concepción de España y de la Conquista y Evangelización de América, él también es una víctima de la Leyenda Negra y que su visión de los sucesivos procesos históricos de independencia de las diferentes naciones hispanoamericanas está contaminada por la propaganda masónica, pues fueron precisamente los criollos masones los que lideraron aquellos procesos independentistas, contrarios a la voluntad de las poblaciones índigenas, a las que el Papa ta amorosamente defiende, que identificaban, con razón, en su permanencia en la Mater Hispania la garantía de sus libertades frente a las élites y la oligarquía criolla, que el Papa Francisco denuncia. Multisecular paradoja de la que finalmente surge la doctrina herética de la Teología de la Liberación, que ensalza el indigenismo como lo que nunca fue: el motor de la independencia hispanoamericana, poniendole a Cristo el rostro del Che Guevara y vistiendo a los sacerdotes de coronel tapioca.
El Papa Francisco, apelando en su homilia a “ese susurro de Jesús en la Última Cena” ensalza “el Bicentenario de aquel grito de independencia de Hispanoamérica. Ese fue un grito nacido de la conciencia de falta de libertades, de estar siendo exprimidos, saqueados, sometidos a conveniencias circunstanciales  de los poderosos de turno”. En esa frase de Su Santidad reside todo el galimatías histórico cultural de un papa argentino que parece ignorar que lo es, además de por la inapelable decisión del Espíritu Santo, gracias a que España evangelizó el continente en el que el vino al mundo, en la misma medida que su antecesor en la Silla de PedroBenedicto XVI, llegó al papado gracias a que España se desangró en los Paises Bajos y en Alemania para que el catolicismo no fuera expulsado del norte de Europa por la Reforma protestante. Si alguna deuda tiene la Iglesia Católica con España es precisamente la de la universalidad territorial y espiruitual de la única religión verdadera.
Los Reyes Católicos crearon ese corpus legal que son las Leyes de Indias en las que se reconoce la filiación divina de los habitantes de los territorios descubiertos más allá del Atlántico, se conmina a los españoles a tratarlos como hermanos en la Fe, a pagarles un salario justo por su trabajo y se  advierte de las duras penas que aguardan a aquellos españoles que maltraten o den muerte a los nativos. La diferencia entre la conquista española y la anglosajona es que, cuando los españoles llegaban a un nuevo territorio, lo primero que construían era una iglesia, una escuela y una universidad para los nativos. Cuando eran los anglosajones los primeros en llegar a un nuevo territorio, sus primeras edificaciones eran un Banco y una lonja de esclavos. En el siglo XIX, Santidad, los masones de las lonjas de esclavos y los bancos expulsaron de Hispanoamérica, en contra de la voluntad de los nativos, a quien defendió con el Evangelio en la mano y en sus actos a los indígenas que veían a España como a la madre protectora de sus libertades y de su dignidad.

Santidad, “de ese grito nacido de la conciencia de falta de libertad de los oprimidos, saqueados y exprimidos” al que apela en su homilía surgió precisamente la liberación que España y el Evangelio les llevaron para romper las cadenas que esclavizaban a los nativos americanos a los atroces ritos y dioses paganos a los que eran sacrificados. Del mismo modo, Santidad, en el que Cristo expulsó a latigazos a los mercaderes del Templo, Hernán Cortés trepó a la cúspide de las pirámides aztecas para evitar que les arrancasen en vivo el corazón a las víctimas propiciatorias que ofrecían a sus dioses oscuros y sanguinarios. Lo hizo con la espada, sí, tal y como Cristo lo hizo con el látigo. Y donde antes solo había horrorn y barbarie, Hernán Cortés puso a la Virgen de Guadalupe. Con todo respeto, Santidad, España no saqueó a los nativos americanos, los hizo libres con la Luz del Evangelio y dignificó sus vidas alfabetizándoles y haciéndoles hermanos y compatriotas de una misma nación,pues España jamás tuvo colonias, sino provincias del ultramar de tal manera que un indio andino, amazónico o de la Pampa, era tan español como un nativo de Soria. La esclavitud para todos ellos vino después, precisamente con los procesos de independencia liderados por los masones. Al ensalzarlos, Santidad, menosprecia la Verdad y la libertad que España y la Iglesia Católica, de la que usted es la cabeza visible, llevaron al Nuevo Mundo.
TOMADO DE: INFOVATICANA
Y un interesante comentario de parte de The Wanderer:
Mentiras e injusticia



Lo primero que llamó la atención en la misa celebrada ayer por el papa Francisco en Quito fue su casulla. En realidad, un poncho con diseños indígenas de muy mal gusto. Nada nuevo. Es casi idéntico al que había usado hace treinta años, en el mismo lugar, Juan Pablo II. Como dice un amigo, "el bergoglismo no es más que un juanpablismo grasa... y eso que el juanpablismo era grasa".
Pero lo grave de esa celebración no fue el mayor o menor acierto en la elección de los ornamentos litúrgicos. Fue lo que dijo el Sumo Pontífice. Y lo que dijo fueron mentiras -no puede argüirse ignorancia- e injusticias.

Comenzó repitiendo las afirmaciones políticamente correctas que le aseguraran los aplausos: "El Bicentenario de aquel Grito de Independencia de Hispanoamérica. Ése fue un grito, nacido de la conciencia de la falta de libertades, de estar siendo exprimidos, saqueados, «sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno». Mentiras. Puras mentiras y, lo que es más grave aún, una enorme injusticia con respecto a España que se desangró por hacer de América un continente cristiano y convirtió a sus habitantes en súbditos de la Corona, tan súbitos y con tantos derechos como los que tenía un vecino de Castilla. Recomiendo el artículo al respecto publicado en Infovaticana.   

Al papa Francisco le importa un bledo la verdad y la justicia. Intelecto práctico puro, no se fija en medios para alcanzar los fines que se ha propuesto: acumular poder e influencia. 
Lo curioso es que, como bien señala Ludovicus, se viene a hacer el criollo cuando no es más que un tanito que nació en Hispanoamérica por casualidad. Mimetización tipo Zelig para parecerse a los ecuatorianos de tez oscura que lo escuchaban extasiados. 

Pero no quedó todo allí. Un poco más adelante dijo: “La evangelización no consiste en hacer proselitismo, el proselitismo es una caricatura de la evangelización, sino evangelizar es atraer con nuestro testimonio a los alejados, es acercarse humildemente a aquellos que se sienten lejos de Dios en la Iglesia, acercarse a los que se sienten juzgados y condenados a priori por los que se sienten perfectos y puros”. En otro contexto, quizás hubiese acordado con algunas de las afirmaciones del pontífice. Pero todo texto debe ser leído y escuchado en su contexto. Decir que en Quito, delante de delegaciones aborígenes, y luego de haber exaltado injusta y falazmente la independencia americana, que “el proselitismo es una caricatura de la evangelización” es, lisa y llanamente, condenar la labor de los misioneros españoles que durante siglos dejaron su vida y su sangre en las tierras americanas. 
¿Qué hicieron los jesuitas, franciscanos y dominicos? Proselitismo, tal como lo entiende el papa Francisco. Claro que atraían a los indígenas con su testimonio, pero también los atraían con el violín, como San Francisco Solano, y con la predicación del evangelio de Jesucristo. Esos millares de hombres admirables se acercaron ciertamente a los que se sentían alejados -en realidad, en poder de los demonios- y a los más pobres, pero se acercaban para predicarles la Buena Nueva y para bautizarlos en el nombre de la Trinidad. Pareciera que el pontífice está aludiendo a una mera cercanía humana, de consuelo emocional y de promoción social. 

Por otro lado, es notable la sibelina maldad de las palabras papales. Dijo: “… acercarse a los que se sienten juzgados y condenados a priori por los que se sienten perfectos y puros”. Dichas esas palabras en el contexto en el cual fueron pronunciadas, ¿quiénes se sentían perfectos y puros y que, por tanto, juzgaban y condenaban? Los cristianos españoles que consideraban que los indígenas americanos eran impuros puesto que servían a dioses falsos detrás de los cuales se escondían los demonios. 
En la homilía de ayer, Francisco no ha tenido vergüenza en renegar de sus hermanos jesuitas a los que América debe en buena medida la fe; de renegar de San Roque González, Alonso Rodriguez y sus compañeros que, jesuitas como él, fueron martirizados a machetazos por hacer proselitismo entre los aborígenes americanos. Y tampoco ha tenido vergüenza el Santo Padre en repudiar la obra evangelizadora de España en América, denigrándola y asumiendo claramente y sin tapujos los postulados que proclama el mundo.

El Papa se está cargando la Iglesia. Lo hemos dicho en varias ocasiones. 
Ayer se lo vio con dificultades para subir los pocos escalones del altar, con la mirada perdida en ocasiones y la voz pastosa. El juicio de Dios está cerca. No quisiera estar yo en sus mocasines negros.  
TOMADO DE: The Wanderer


No hay comentarios:

Publicar un comentario