sábado, 11 de julio de 2015

Francisco acepta una cruz blasfema regalada por el impresentable izmierdista de Evo (in)Morales


Regalarle a Francisco una repugnante cruz blasfema, donde se mancilla la imagen de Nuestro Señor Jesucristo Redentor al unirla al símbolo de la ideología más infame, criminal y genocida del siglo XX, al símbolo que representa el asesinato de nada menos que cien millones de seres humanos, incluyendo varios millones de cristianos, ha sido una clara provocación, un insulto asqueroso por parte del indio ignorante de Evo Morales (que debe ser comunista porque alguien le ha contado el cuento o por contagio, ya que creo que hasta es analfabeto, así que a Marx no lo ha leído ni por casualidad: y aún si lo hubiese leído, no creo que hubiese podido entender ni  los títulos de los libros). Este indio bruto, no me queda duda, como buen siniestro, ha querido burlarse y agraviar al Papa y, a través de él, a la Iglesia (esa que, de seguro, en su ignorancia, considera, con desprecio, como coautora del imaginario"genocido" indígena), y de paso, usar este incidente para sacar provecho político, utilizando a la religión para hacer proselitismo a su ideología nefanda. Pero también, que Francisco haya recibido esta abominación con una sonrisa en los labios, es más que una vergüenza y un insulto a los católicos (empezando por las decenas de millones que han sido víctimas de la barbarie roja). Como dicen en el blog de Rorate Caeli, ¿se imaginan a Pío VII recibiendo sonriente un "crucifijo" con una pequeña guillotina; o a Pío XII recibiendo sonriente un "crucifijo" con una svástica? ¡Claro que no! Como dice el citado blog, Francisco nos ha entregado una imagen (lamentable) que define su (lamentable) pontificado. Y que no nos vengan con explicaciones estúpidas de papólatras neocones, diciendo que a Francisco lo sorprendieron, porque estas cosas no son espontáneas, sino que se planifican muy bien a nivel de diplomacia y protocolo. Y aún así sea verdad que lo sorprendieron, resulta que el Papa no tuvo mejor "idea" que ofrecer esta cruz blasfema ¡a la Vírgen de Copacabana!(ver aquí). Ahora va a resultar que, en aras de la "tolerancia", la "convivencia democrática",el "consenso" y demás idioteces que nos ha vendido el liberalismo político imperante, vamos a tener que borrar la memoria e ir de las manitos con los mayores verdugos que la Fe haya conocido nunca. Quizá hasta tengamos que pedirles perdón, por ejemplo, por haber sido un bloque de contención que impidió que su sangrienta y empobrecedora revolución no se expanda por todo el planeta, o por haber evitado que el genocidio rojo se vuelva mundial. ¡Recemos por Francisco!






El Papa Francisco y la beatificación de Stalin


En el año prodigioso de 1989, ocupando Juan Pablo II la cátedra de San Pedro en Roma, la humanidad pareció liberarse para siempre de la más espantosa pesadilla de su historia: el terror comunista. Atrás quedaba un número no inferior a los cien millones de víctimas: asesinadas en las cunetas, asesinadas en las checas, en los gulag, en las hambrunas científicamente programadas, en las deportaciones sin otro destino que la muerte en un vagón helado. Asesinadas sin juicio. Asesinadas sin defensa, sin escrúpulos, sin tasa.
Y no sólo la fantasía criminal del hombre había conocido en el comunismo su expresión más vigorosa. También el arte de amargar la vida de los (aún) no asesinados alcanzó en la plomiza sordidez de los edificios y ciudades comunistas un refinamiento nunca visto hasta entonces.
«¿Por qué tienen que morir las hojas allí donde vamos nosotros?». Esta pregunta de una escritora comunista, recogida en la autobiografía de Arthur Koestler, nos descubre en una línea la esencia venenosa de aquel movimiento. El «Archipiélago Gulag» de Solzhenitsyn lo hace en varios cientos de páginas.
O eso pensábamos hasta ayer mismo. Porque ayer tuvimos el gusto de recibir una nueva iluminación del Papa Francisco. Esta vez en forma de visita al presidente boliviano Evo Morales, en la que aceptó gustoso la condecoración de la orden al mérito «padre Luis Espinal». Dicha orden, consistente en la figura de un crucifijo sobre hoz y martillo, reproduce al parecer el «crucifijo» de tan benemérito «padre». Y por si acaso la medalla no fuera suficientemente grande, el obsequioso presidente le entregó al romano pontífice una réplica de la blasfemia en tamaño original, para que todo el mundo pudiera verlo.
Tiempo les faltó a los católicos de guardia para explicarnos que el Papa no sabía que esto iba a ocurrir, que había sido sorprendido por el presidente Morales, que incluso había reprobado el gesto con un «eso no está bien», que se le veía serio y disgustado, y yo qué sé más. Ay, ¡pobres católicos de guardia! Qué poco recorrido tienen sus interpretaciones en este pontificado. Pues no han pasado ni veinticuatro horas y ya tenemos al portavoz del Papa negando que Francisco reaccionara negativamente al regalo, y afirmando que esa cruz-hoz-y-martillo es realmente un símbolo de diálogo y libertad; un símbolo del empeño por la liberación y el progreso del país.
Por supuesto, la hoz y el martillo constituyen símbolos de libertad. ¿Cómo no habíamos reparado en ello antes? Quizás por no haber escuchado con la atención suficiente al Papa la otra noche, cuando nos explicaba que el cura marxista Espinal «predicó el evangelio y ese evangelio molestó, y por eso le eliminaron». Así de sencillo.
Mis queridos católicos de guardia: Se impone una rápida revisión de todo lo que pensábais creer sobre el comunismo. A partir de ahora, ya ha quedado claro que debéis creer justo lo contrario. Ánimo, y a desdecirse con prontitud, garbo y elegancia. Convendría, eso sí, que borréis cualquier sombra de duda sobre vuestra fidelidad al pensamiento pontificio. Y para ello, nada mejor que promover, desde ya, la beatificación de los líderes principales de ese movimiento de liberación y progreso. El más grande de todos fue Stalin, y el más liberador. De manera que os está faltando tiempo para pedir su elevación a los altares.
Y bueno, ya de paso, y para evitar nuevos deslices, deberíais solicitar también la canonización de Moctezuma, el caníbal, el caudillo del pueblo de los sacrificios humanos, habida cuenta de que, en la misma tacada, el Papa Francisco ha pedido también perdón por los «crímenes contra los pueblos originarios» en la conquista de América.
San José Stalin, ejecutor, San Moctezuma, devorador, rogad por nosotros.
Francisco José Soler
TOMADO DE: XYZEdiciones

Y otro artículo en el cual se expone la naturaleza de la persecución que llevaron los rojos contra los cristianos:
Eduardo García Serrano ha escrito para INFOVATICANA un análisis del polémico regalo de Evo Morales al Papa Francisco a su llegada a Bolivia. 
El Cristo crucificado en la hoz y el martillo que Evo Morales le ha regalado al Papa representa el mismo insulto que le escupían al Nazareno en la Cruz del Gólgota: “Si en verdad eres el Hijo de Dios, baja de la Cruz”.
El Decreto de persecución de los cristianos dictado por el Emperador Diocleciano, en Nicomedia en el siglo IV, fue la última operación política de asesinato masivo de  cristianos llevada a cabo por elImperio Romano. El joven tribuno Constantino estaba en laCorte Oriental del Imperio en calidad de rehén de lujo para garantizarle a Diocleciano la lealtad del César de Occidente,Constancio Cloro, padre de Constantino, y contempló con horror cómo miles de inocentes eran conducidos al martirio y a la muerte, a la cruz y a las fieras del Circo por ser cristianos y no querer apostatar de su Fe. Gracias a Dios, pocos años después, Constantino vistió la púrpura imperial y de las primeras grandes cosas que hizo fue publicar el Edicto de Milán en el año 313 haciendo del Cristianismo la religión oficial del Imperio y, después, convocar el Concilio de Nicea para unificar la doctrina.
Pues bien, desde el siglo IV, los cristianos sólo volvieron a ser perseguidos y torturados, martirizados y asesinados con la misma ferocidad que en el Imperio Romano anterior a Constantino, a manos del Comunismo, de los comunistas, desde sus orígenes en la Revolución Francesa hasta nuestros días. Por eso el regalo que el comunista Evo Morales le ha hecho al Papa,  Cristocrucificado en la hoz y el martillo, tiene la misma dimensión insultante y vejatoria que la esgrimida por aquellos canallas que, al pie de la Cruz del Gólgota, hacían mofa, befa y escarnio del Nazarenoagonizante escupiéndole la frase desafiente : “Si en verdad eres el Hijo de Dios, baja de la Cruz”. Eso es lo que ha hecho Evo Morales, el montaraz comunista bolivariano que preside Bolivia, al regalarle alPapa Francisco a Cristo crucificado en la hoz y el martillo. Icono que, en esencia, representa una verdad histórica y religiosa, la del asesinato de decenas de millones de cristianos a manos del comunismo, pero que regalado por un heredero ideológico de los verdugos supone una ofensa equivalente a obsequiarle al Gran Rabino de Jerusalén una Estrella de David engarzada en unaesvástica en una visita a Alemania.
El Nazareno crucificado en la hoz y el martillo sólo tendría el valor de lo sublime si le hubiera sido ofrecido al Papa Francisco por los cristianos que sobrevivieron al holocausto decretado contra ellos por el comunismo. Como no ha sido así, el regalo de Evo Morales es un insulto patibulario.
TOMADO DE: INFOVATICANA

No hay comentarios:

Publicar un comentario