No fue el 16 de septiembre de 1810 el día de la liberación de México, sino que esta (la verdadera) ocurrió casi tres siglos antes (la otra, la falsa, no fue más que un absurdo rompimiento, que se debió a intereses mezquinos). El 13 de agosto de 1521, los mexicas se rindieron ante las tropas españolas, lideradas por el marqués Hernán Cortés, y sus aliados indígenas, enemigos de los aztecas. Ese día no empezó -como mentirosamente nos dicen los indigenistas e izquierdistas- una época de opresión, menos aún un genocidio. Muy por el contrario. Aquel día, más bien, puede ser señalado como el comienzo del fin de una era de terror impuesta por los sangrientos aztecas. Ya nunca más 20 mil personas serán sacrificadas en un solo día (como efectivamente alguna vez ocurrió) para aplacar la sed de sangre de un falso ídolo; ya nunca más la muerte en masa de niños y jóvenes por razón de un culto idolátrico; ya no más se habría de incrementar la cifra de cinco millones de asesinados en sacrificio por obra de los aztecas en sus dos siglos de dominio aterrador. En adelante, si algo se le podrá atribuir a los españoles no será el provocar un genocidio, sino el haber puesto punto final a uno, el evitar que se siga dando. Ya no más la perdición por culpa del satánico culto a dioses falsos; en adelante, la verdadera religión de Cristo, la salvación. En fin, fue el día del inició de la liberación de México: Liberación de la barbarie, del horror y de la perdición de almas en manos del Maligno.
YA NUNCA MÁS EN MÉXICO ESTO:
EN ADELANTE ESTO:
No hay comentarios:
Publicar un comentario