Pedro ¿me amas? La reunión de Asís
SEGUNDA PARTE
Juan Pablo II y el orden sobrenatural
CAPÍTULO III
El panteón de Asís
La reunión de Asís
El 27 de octubre de 1986, aproximadamente 130 responsables religiosos, pertenecientes a comunidades cristianas y a grandes religiones no cristianas, fueron los huéspedes de Juan PabloII en Asís.
El sentido y el fin de este encuentro, lo explica el Papa en la alocución pronunciada a la entrada de la basílica de Santa María de los Ángeles:
“… El hecho de que hayamos venido aquí, no implica ninguna intención de buscar unconsenso religioso… Tampoco es una concesión al relativismo en materia de creencias religiosas, pues todo ser humano debe seguir honestamente su recta conciencia con laintención de buscar la verdad y seguirla…Las Iglesias, las comunidades eclesiales y las Religiones del mundo muestran quedesean profundamente el bien de la humanidad... Al fin de la jornada, intentaré expresar lo que esta celebración única haya hecho sentir a mi corazón como creyente en Jesucristo servidor de la Iglesia católica. ” (Documentation Catholique, 7 de diciembre de 1986, pág. 1070).
Como “creyente en Jesucristo”: es la única vez en la que el Papa habla de Nuestro Señor en esta alocución.
Sin embargo, el más vergonzoso de los sacrilegios de Asís fue sin duda el cometido en el interior de la Iglesia de San Pedro. El Dalai Lama y sus discípulos están alrededor del altar, sobre el tabernáculo han colocado la estatua de Buda.
Juan Pablo II terminó esta jornada de oración con un discurso claramente humanista:
“Después de la última oración cristiana... profeso mi convicción, compartida por todos los cristianos, de que en Jesucristo, el Salvador de todos, se puede encontrar la paz…Repito aquí humildemente mi propia convicción: la paz lleva el nombre de Jesucristo. ” (Documentation Catholique, 7 de diciembre de 1986, pag. 1080).
Evoca aquí el papa la convicción cristiana (la de los católicos, ortodoxos y protestantes) y la suya personal, pero no nos dice que la Iglesia católica es la única que puede aportar la paz, porque Ella sola es la verdadera religión. Además añade:
“... Sí, todos consideramos la conciencia y la obediencia a la conciencia como elemento esencial en el camino hacia un mundo mejor y en paz.”(Ibídem).
Según esto, la creencia en Jesucristo no es necesaria para obtener la paz, basta la obediencia de cada uno a su conciencia.
En la reunión de Asís el Hijo único de Dios tenía su puesto junto a Buda, al Gran Espíritu, al Señor Shanti, etc… junto a los demonios de que habla el salmista. A esto conduce el silencio del Papa sobre el verdadero Dios.
Porque no se trata de creer en Dios de cualquier manera, sino de creer en Dios tal y como es.
El papel del Papa en esta reunión ha estado limitado al de anfitrión, despojado de todo signo distintivo de Primado. Subrayamos además que no ha habido una “oración propiamente católica”, sino “cristiana”. Asís ha “normalizado” la oración entre católicos, ortodoxos y protestantes para el provecho de un pancristianismo desastroso para la fe.
Finalmente, Juan pablo II ha ignorado públicamente la misión salvadora de la Iglesia. Al no afirmar la incompatibilidad de la Iglesia con el error, la Iglesia no es sino una de las mil formas de religión del mundo. De acuerdo con los hechos así es como se presenta la posición del Papa.
Ya en su primera encíclica “catechesi Tradendae” reafirma la declaración conciliar “UnitatisRedintegratio” cuando dice:
“Es extremadamente importante hacer una presentación correcta y leal de las otras Iglesias, de las que el Espíritu de Cristo no rechaza servirse como medios de salvación.”
Este error ha sido condenado siempre por la Iglesia, desde San Agustín hasta Pío XII.
Fue una vergüenza para gran número de católicos que los protestantes denunciaran públicamente este nuevo panteón de religiones:
“En tal comunión de oraciones interreligiosas, vemos una infracción al primer mandamiento y a la profesión de fe católica, que puede conducir además a borrar las fronteras entre la fe verdadera y la falsa… (Dr. Peter Bayerhaus, boletín Diakrisis n.02 de mayo de 1986).“Todos rezarán en el mismo momento… éste es el equívoco erigido en principio de acción. Ello solo puede suscitar, en la gran masa de cristianos, el sentimiento de que su fe es sólo la primera de las creencias y no la única verdadera… ““… los cristianos tienen que librar un combate y este combate se libra tanto con la razón, como con el corazón.” (Olivier Delacrétaz, Diario “La Nación”, 11 de noviembre de 1986).
La dinámica de Asís
La reunión de Asís marca un verdadero giro en el pontificado y crea una dinámica que había que vigilar.
En abril de 1987, Juan Pablo II es invitado a un encuentro interreligioso previsto para el 3 y el 4 de agosto, en la montaña sagrada de Kyoto, en el Japón. Este encuentro está organizado por budistas, musulmanes, judíos, sintoístas y la Iglesia católica del Japón.
Acude a esta reunión el cardenal Arinze, porque el Papa no puede asistir, pero se asocia a ésta la jornada mundial de oración por la paz.
El comunicado final dirigido a tres mil millones de creyentes convoca a “cristianos, musulmanes, hindúes, budistas, sintoístas, judíos, a los otros creyentes y a todos los hombres de buena voluntad a convertir su corazón y a renunciar incluso a la idea de enemigo.” (Ouest France, 5 de agosto de 1987).
El primer aniversario de Asís se conmemora con un encuentro en Roma, en Santa María del Trastevere. Los representantes de todas las religiones se reúnen para rezar juntos por la paz. Esta vez en el corazón del mundo católico, en Roma.
¿Qué significa Asís? Significa el triunfo de la libertad de conciencia, del indiferentismo y del naturalismo, la victoria del hombre por el hombre, el triunfo del ideal masónico y, a la vez, un descrédito contundente del Magisterio Pontificio anterior que condenó Asís, antes de Asís.
Los masones así lo reconocen, cuando se expresan de esta forma:
“Nuestro interconfesionalismo nos ha valido la excomunión recibida en 1738 por parte de Clemente XI. Pero la Iglesia estaba ciertamente en el error; sí, es verdad que el 27 de octubre de 1986, el actual Pontífice, ha reunido en Asís a hombres de todas las confesiones religiosas para rezar juntos por la paz. ¿Y, qué otra cosa buscaban nuestros Hermanos, cuando se reunían en sus templos, sino el amor entre los hombres, la tolerancia, la solidaridad, la defensa de la dignidad de la persona humana, considerándose iguales y por encima de los credos políticos, de los credos religiosos y del color de la piel?”
Este es el Exultet masónico del discurso final del Gran Maestre Armando Corona en la Gran Logia del Equinoccio de Primavera. El periódico SI SI NO NO, de enero de 1988, nos lo refiere y comenta que con este discurso, la masonería reconoce tres cosas:
1.- La negación por la actual jerarquía de la doctrina y de la práctica de la Iglesia.
2.- El indiferentismo religioso implícito en las iniciativas interconfesionales.
3.- El rebajamiento de la Iglesia a nivel de las asociaciones naturalistas y humanitarias.
Ya durante el Concilio el masón Marsaudon reconocía que para los masones:
“…católicos, ortodoxos, protestantes, israelitas, musulmanes, hinduistas, budistas, librepensadores,… no son para nosotros sino un nombre de pila; el apellido, (el nombre de familia), es Masones”. (Yves Marsaudon “L’oecuménisme vu par un franc-macon de tradition” Vitiano-París, pág.126).
Conclusión de la segunda parte
En la cita de San Agustín que figura en la introducción de la primera parte de este estudio, el obispo de Hipona denuncia, tanto a los que ofenden al Padre porque van a los ídolos, como los que ofenden a la Madre, que es la Iglesia, porque son herejes y rechazan la doctrina de Cristo.
Como hemos visto el “Papa de la transformación” es el artífice de una nueva doctrina humanista en una nueva Iglesia salida del Vaticano II. Por ello, ha ofendido a la Madre. Pero al término de este recorrido ecuménico, hay que afirmar que el Papa ha ultrajado también al Padre.
San Cipriano, obispo de Cartago en el siglo III, escribía:
“Quienquiera que se separe de la Iglesia para unirse a una esposa adúltera, abdica también de las promesas hechas a la Iglesia. Quienquiera que abandone la Iglesia de Cristo, no alcanzará las recompensas de Cristo… Quienquiera que no guarde esta unidad, no guarda la ley de Dios, ni guarda la Fe del Padre y del Hijo, no cuida su vida, ni atiende a su salvación.” (De cath. Eccl. Unít. N. 6. CV, 3, 1, 214; PL. 4, 503.)
¡Cuánto hubiéramos deseado que el Papa, por el honor de la Iglesia y la salvación de las almas, prosiguiese públicamente la enseñanza de estos obispos! En su lugar, nos ha dado el triste espectáculo del “panteón de Asís” y su participación en prácticas paganas y sacrílegas. Los apóstoles obedecieron el mandato de su amado Maestro “Id y enseñad a todas las naciones,bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado… ” (San Mateo, 28, 19-20).
Y San Pablo escribía a los romanos (10, 14-17):
“Mas, ¿cómo le han de invocar, si no creen en Él? O ¿cómo creerán en Él, si de Él nada han oído hablar? ¿Y cómo oirán hablar de Él sí no se les predica? ¿Y cómo habrá predicadores si nadie los envía? Según aquello que está escrito:… Así que la fe proviene del oír, y el oír depende de la predicación de la palabra de Dios.”
Ahora bien, predicar la palabra de Dios, es predicar a Jesucristo. Es el ideal misionero de todos los apóstoles del verdadero Dios.
San Ignacio, obispo de Antioquía, preguntaba:
¿… Por qué morir locamente, desconociendo el don que el Señor, en verdad, nos ha enviado? (Carta a los Efesios. XVII. 2)
Todos los que eran fieles discípulos de Jesucristo sabían que las falsas religiones no eran sino instrumentos del demonio para engañar a las almas y apartarlas de la salvación.
Cuando San Policarpo iba a ser quemado vivo hizo exclamar a los paganos:
“He aquí el doctor de Asta, el Padre de los cristianos, el destructor de nuestros dioses …(Sources Chrétiennes, nº 10, pág. 173).
Pío XI, en su encíclica Mortalium Animos recuerda estas mismas enseñanzas:
“Se trata de defender la verdad revelada… si Nuestro Redentor ha declarado claramente que su Evangelio no está destinado solamente a los tiempos apostólicos, sino a todas las edades, ¿acaso el objeto de la fe ha podido, en el curso del tiempo, volverse tan obscuro o tan incierto que haga falta tolerar hoy hasta las opiniones contrarias? Si esto fuese verdad, habría que decir que la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, que la presencia perpetua de este mismo Espíritu en la Iglesia y que la misma predicación de Jesucristo, han perdido desde hace varios siglos su eficacia y toda su utilidad, afirmación que sería una blasfemia.”
La Iglesia no cambia y la doctrina de los Apóstoles no ha caído en desuso, pero el Pontífice Supremo y los hombres de la Iglesia, en lugar de predicar a Cristo crucificado, frente a los no católicos, silencian su fe, con la vana esperanza de edificar una paz sin la Cruz, un orden sin la Redención.
Si el Papa alaba a los Lubac, los Küng, los Rahner y los Maritain, es porque comparte sus errores naturalistas. Y el naturalismo es el olvido del pecado original; este es el gran error, querer ocultar esta muerte del alma. Por desgracia para la Iglesia y los fieles, los nuevos Pastores han decidido que las heridas del alma ya no existen y que ya no hay que hablar de errores ni de enemigos. Si ya no hay enfermos, entonces no hace falta médico y Jesucristo se hace potestativo.
Juan Pablo II mismo, afirma que basta con ser fiel a su conciencia para salvarse. Esto es falso. Sin Jesucristo, sin la Redención, sin la Cruz, seguiremos esclavos del pecado, incapaces de volver a encontrar el orden original y la amistad con Dios. El hombre moderno intenta borrar el orden sobrenatural con un espíritu de independencia ciega que, en el curso de la historia, ha tomado los nombres de humanismo, de liberalismo, o de modernismo.
Los mismos protestantes han denunciado el abandono, por parte de los católicos, del mensaje sobrenatural de la Revelación:
“Asistimos a una inversión radical de las preocupaciones de la Iglesia. La proclamación del Evangelio, la conversión de los incrédulos, la salvación de las almas han cedido el primer puesto a la preocupación de salvar el mundo terrestre del apocalipsis atómico. La Iglesia puede ayudar a los hombres en sus esfuerzos para limitar los efectos del mal en la sociedad, pero no puede ir más lejos; ni pretender realizar la salvación del mundo, sobre todo por medio de una especie de pacto establecido entre religiones que se contradicen en lo esencial. No tiene el derecho de sacrificar a esta meta inalcanzable su primera misión, que es la de anunciar al mundo el mensaje sobrenatural de la Revelación.” (Olivier Delacrétaz, diario ”La Nation”, 11 de octubre de 1986).
Las consecuencias del abandono del mensaje de la Revelación y de Cristo Redentor son cada vez más dolorosas. Leamos las respuestas de los católicos franceses aparecidas en el “Figaro Magazine” del 19 de diciembre de 1987.
Para conservar la fe hay que disociarse del error siguiendo el consejo de San Pablo:
“¿Qué hay de común entre la luz y las tinieblas?… ¿Qué parte tiene el fiel con el infiel? ¿Qué relación hay entre el templo de Dios y los ídolos?.” (11 Cor. 6, 14-16)
Debemos creer en el poder de Jesucristo, en su Cruz, en su Resurrección, debemos afirmar que
“sólo la Iglesia católica es la que conserva el verdadero culto. Es la fuente de verdad, la casa de la fe, el templo de Dios; si no se entra en Ella o si se sale de Ella, nos privamos de toda esperanza de vida y de salvac1ón.” (Lactancia ‘Divin. lnstit’. 4, 30, 11 -12, PL 6, 542).
En fin, debemos ser misioneros y librar el combate de la fe.
Refiriéndose a San Pedro y a San Pablo, el Papa San León el Grande exclamaba:
”Ahí están, ¡oh Roma! los dos héroes que han hecho que resplandeciese ante tus ojos el Evangelio de Cristo y gracias a ellos, tú, que eras maestra del error, te has convertido en discípula de la verdad… Ella (la Roma pagana) era esclava de todos los errores y, porque no rechazaba ninguno, creía poder atribuirse muchas religiones. ” (Lecciones del nocturno de los maitines del 29 de junio)
Pero hoy, Roma se adhiere otra vez al error y los temores de Pío IX tienden a realizarse:
“Esta querida Roma, teñida con la sangre de tantos mártires… Esta querida Roma, en fin, centro sagrado de la verdad, querrían que se volviese otra vez el centro de todos los errores.” (Alocución del 27 de noviembre de 1871).
Hay que ser más misionero que nunca. La gracia de Cristo es tan poderosa como en el pasado, pero a los obreros les falta fe y valor. No nos dejemos engañar:
TOMADO DE: Tradición Digital“Hoy, en general, son los falsos dioses los que parecen jóvenes y la Iglesia la que parece vieja. Pero. ¡Manteneos firmes y no os dejéis engañar! Incluso si… ciertos errores pueden ejercer sobre la humanidad una larga y profunda influencia, siguen sin embargo la ley de la historia que, después de la ascensión y el apogeo, lleva al declive y la caída.” (Pío XII, discurso del 9 de abril de 1953)-
No hay comentarios:
Publicar un comentario