SAN PABLO CONTRA LA HOMOSEXUALIDAD
La
 Sagrada Escritura y, especialmente el sentido común son tan claros 
sobre el tema de la homosexualidad que el Magisterio de la Iglesia ha 
tratado muy poco de esta materia. (1)
San Pablo va hasta la raíz del mal
            
Confirmación en el siglo XVII
Confirmación al día de hoy
¿Cómo reaccionar?
1. En el Antiguo Testamento,
 además del castigo de Sodoma (Génesis 19), debemos citar la ley dada 
por Dios a Israel: Lev. 18, 22 designa a la sodomía como una 
abominación, Lev 20, 13 castigada con la muerte). En el Nuevo Testamento,
 San Pablo condena explícitamente este vicio en varias epístolas 
(Romanos 1, 24-32, que se citan a continuación 1 Cor 6,10: "Ni los 
fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni 
los infames, ni los ladrones, [...] heredarán el reino de Dios (2)", 1 Tim 1,10, dice la misma manera que "los asesinos, los fornicarios, los infames [...](3)".
2. El sentido común
 también es suficiente para ver que este vicio es contra la naturaleza, 
puesto que utiliza al contrario de su finalidad natural una función que 
Dios ha dado para la transmisión de la vida. Una desviación así de 
grave, en un asunto tan importante para el bien común (el futuro de la 
sociedad depende de ello), resulta evidente que es gravemente 
pecaminosa.
Sin
 embargo, esto ya no aparece tan obvio para muchos de nuestros 
contemporáneos. Debemos ahora argumentar para defender lo que antes era 
evidente.
Comencemos pues el asunto, preguntando por qué y cómo se puede haber llegado a tal extremo.
Sobre este punto en particular la Sagrada Escritura, y San Pablo especialmente, van a aclararnos mucho.
San Pablo va hasta la raíz del mal
En
 el primer capítulo de su epístola a los Romanos, San Pablo no se 
limita, en efecto, a denunciar el vicio. Él establece claramente un 
vínculo causal entre la infidelidad (idolatría) y la impureza contra la 
naturaleza. Leamos el pasaje (Rom 1,18-32):
1. La idolatría de los gentiles es inexcusable, porque el verdadero Dios se manifiesta en la creación. 
En
 efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad
 e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; 
pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se 
lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, 
se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y 
su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a
 Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien 
se ofuscaron  en sus razonamientos y su insensato corazón  se 
entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos,  cambiaron la
 gloria  del Dios incorruptible por una representación en forma de 
hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. 
2. Consecuencia de esta maldad, Dios los abandonó a sus pasiones.
Por
 eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza 
tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la 
verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en 
vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén.
3. Consecuencia (continuación): el vicio contra la naturaleza
Por
 eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron 
las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los 
hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos 
los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, 
recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío.
4. San Pablo repite su razonamiento: causa y consecuencia.
Y
 como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, 
entrególos Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no 
conviene: llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, 
henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de 
malignidad, chismosos, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, 
altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, 
insensatos, desleales, desamorados, despiadados, los cuales, aunque 
conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que
 tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a 
los que las cometen.
San
 Pablo lo dice pues y lo repite: la ceguera moral llevada hasta la 
aprobación de los vicios contra la naturaleza es una consecuencia de la 
impiedad. Una máxima atribuida a San Agustín resume esta enseñanza: Este estigma no es sólo un pecado, es más bien el castigo del pecado (4)
La explicación de Santo Tomás
En su comentario sobre la Epístola a los Romanos, Santo Tomás de Aquino insiste también:
Cabe
 señalar que es con razón que el Apóstol pone los vicios contra la 
naturaleza -que son el más grave de los pecados de la carne- como 
castigo por la idolatría. Se percibe que estos defectos parecen haber 
comenzado a desarrollase con la idolatría - es decir, los días de 
Abraham, cuando se reconoce generalmente que la idolatría comenzó. Se 
lee en el capítulo 19 del Génesis que estos defectos han sido castigados
 por primera vez en la persona de los habitantes de Sodoma. Y del mismo 
modo, los vicios de este tipo han crecido progresivamente a medida que 
creció la idolatría. Así se lee en el segundo libro de los Macabeos que 
Jasón se atrevió a poner los jóvenes más nobles en lugares infames (5) y no fue el comienzo, sino el desarrollo y el progreso de la adopción de costumbres paganas (6)
El Doctor Angélico se refiere indirectamente al mismo tema en una cuestión de su Summa Theologica.
 Se pregunta por qué el rito de la circuncisión fue instituida en la 
época de Abraham, y no justo después de la caída original. Él respondió 
que en la época de Adán, incluso después del pecado, la fe y la razón 
natural era todavía lo suficientementeAbraham, la religión se había 
debilitado al punto que la mayoría de personas se volcaron a la 
idolatría, y a la vez, la razón natural estaba oscurecida por las 
pasiones de la carne hasta el punto de hacer caer al hombre en pecado 
contra la naturaleza. Por lo tanto, era el momento en que Dios 
instituyese, para el hombre, un rito que fuese al mismo tiempo la señal 
de la fe en Dios, y un remedio para el deseo carnal (7).
Encontramos
 así, en esta respuesta, el vínculo entre el progreso de la idolatría y 
el de los vicios contra la naturaleza. El primero es una falta contra la
 naturaleza divina, Dios permite como castigo la segunda, que va en 
contra de la naturaleza del hombre (8).
Confirmación en el siglo XVII
En el siglo XVII, el famoso exégeta Cornelius a Lapide (9) confirma esta explicación:
Las pasiones monstruosas son la pena de la infidelidad, la impiedad y la herejía (10).
Tras señalar que los herejes de su tiempo (protestantes) han manifestado la verdad de esta frase en sus costumbres (11), investiga la causa de ese vínculo entre la impiedad y la impureza. Da dos razones.
1.
 En primer lugar, porque donde no hay fe, no hay gracia de Dios; y donde
 no hay gracia de Dios, no encontramos la castidad, sino todo tipo de 
concupiscencias. Era justamente por eso que Lutero decía que la 
fornicación era tan necesaria al hombre como el alimento, y que se oye 
por todos lados, entre los innovadores, el axioma de que la castidad es 
imposible; porque, realmente, es imposible a Lutero y a los herejes. Eso
 es justo lo que San Jerónimo dijo: "Es difícil encontrar a un hereje 
que ame la castidad; aunque la pueda recomendar por palabras y 
alabarla".
2.
 En segundo lugar, a causa de que la herejía y la infidelidad nacen del 
orgullo, y que la pasión impura es el castigo del orgullo, del mismo 
modo en que la castidad es la recompensa de la humildad (12).
Confirmación al día de hoy
La
 conclusión se impone por sí misma: la repugnante invasión de los vicios
 de Sodoma en nuestros países -y su formalización por infames leyes- no 
son sólo azotes sociales. Son también, y principalmente, castigos.
Nuestros
 países son, hace tiempo, oficialmente apóstatas; oficialmente ateos. 
Incluso, por la ideología de los derechos humanos, oficialmente 
idólatras. Por tanto, es natural, lógico, necesario, que estas 
costumbres se instalen en ellos. San Pablo dijo:
No
 tienen excusa, porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como
 a Dios, y le dieron gracias, sino que se entregaron a sus deseos y sus 
corazones sin inteligencia se hundieron en la oscuridad. [...] Por eso 
Dios los entregó a las pasiones vergonzosas [...] Ya que no se 
preocuparon por conocer a Dios, Dios los entregó a su mente réproba.
Esto
 no quiere decir que en el orden individual sólo un idólatra, o un 
impío, puedan experimentar las tentaciones contra la naturaleza.
 Todos los seres humanos están marcados por el pecado original y el 
desorden de la naturaleza se manifiesta de diferentes maneras en cada 
uno. Sin contar las patologías propiamente dichas, uno nacerá más 
propenso a la ira, el segundo fue la pereza, y otro más vulnerable a tal
 o cual tentación de lujuria. Una educación inadecuada, choques 
psicológicos mal curados u ocasiones precoces de escándalo podrán 
exacerbar y agravar esta herida, en la fragilidad de la infancia o la 
adolescencia. En este caso, como frente a cada uno de los pecados 
capitales, sólo la lucha diaria, con la oración y la gracia de Dios, 
permitirá superar el vicio y establecer la virtud.
Pero
 en el orden público, aquel de cada nación, la aceptación del vicio 
contra la naturaleza, tal como lo estamos experimentando hoy en día, no 
puede ser más que un castigo. La paganización de las costumbres es la 
consecuencia inevitable de la paganización de las ideas.
¿Cómo reaccionar?
¿Estarán
 los católicos condenados a asistir impotentes a la destrucción gradual 
de la sociedad? Ciertamente que no. Por eso, para actuar con eficacia, 
para escapar del ciclo de derrotas en que parecen haber caído, deben 
tomar consciencia, ante todo, de las verdaderas causas del mal – 
aquellas que denuncia San Pablo.
Nuestras
 sociedades apóstatas y ateas no pueden ser bendecidas por Dios. La 
decadencia que las golpea es el castigo de aquella impiedad. No sirve de
 nada luchar contra esta decadencia si no luchamos al mismo tiempo, y 
primeramente, contra esa impiedad. Luchar sin Dios contra los males que 
resultan precisamente de la ausencia de Dios es, obviamente, un sin 
sentido (13).
Después de haber comentado extensamente a San Pablo, podemos concluir citando a San Juan:
Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo. Y esta victoria sobre el mundo, nuestra fe. - Omne natum quod ex Deo vincit mundum, et haec est victoria quae vincit mundum, fides nostra. (1 Juan 5: 4)
___________________
1) Solo accidentalmente la enseñanza tradicional
 ha abordado la cuestión. Un decreto del Santo Oficio del 24 de 
septiembre 1665 trata de la sodomía no para definir que es un pecado (lo
 que parece demasiado obvio), sino para indicar cómo este pecado se debe
 acusar en la confesión (la naturaleza de la culpa debe ser especificado
 de forma explícita, una acusación genérica no es suficiente para que la
 confesión sea íntegra) (DS 2044). - La anarquía generalizada 
introducida en la Iglesia permitió que algunos "teólogos" trataran de 
legitimar este vicio. Frente a esto, el Vaticano ha terminado por 
intervenir para recordar que "los actos homosexuales son intrínsecamente
 desordenados y que no puede en ningún caso ser aprobados" (29 de 
diciembre de 1975, DS 4583, reproducido en el nuevo Catecismo de la La 
Iglesia Católica, § 2537). 
2) Neque fornicarii, neque idolis servientes, neque adulteri, neque molles, neque masculorum concubitores, neque fures [...] regnum Dei possidebunt.. El término "infame" (en latín: concubitores masculorum) se refiere a los sodomitas.
2) Neque fornicarii, neque idolis servientes, neque adulteri, neque molles, neque masculorum concubitores, neque fures [...] regnum Dei possidebunt.. El término "infame" (en latín: concubitores masculorum) se refiere a los sodomitas.
3) [...] Homicidis, fornicariis, masculorum concubitoribus [...].
4) Haec spurcitia non solum peccatum est, sed et poena peccati (PL 40, col. 1326; esta serie de sermones que ahora comúnmente se considera apócrifa.)
5)
 2 Mc 4, 13 (cita de Thomas de la Vulgata). - En tiempos de Antíoco 
Epifanio, Jason consigue hacerse nombrar sumo sacerdote en Jerusalén, y 
se esfuerza por introducir las costumbres griegas entre los ciudadanos. 
La Biblia cuenta: " Era tal el auge del helenismo y el progreso de la 
moda extranjera a causa de la extrema perversidad de aquel Jasón, 
    que tenía más de impío que de sumo sacerdote,      que ya los 
sacerdotes no sentían celo por el servicio del altar, sino que 
despreciaban el Templo; descuidando los sacrificios, en cuanto se daba 
la señal con el gong se apresuraban a tomar parte en los gimnasios de 
los ejercicios contrarios a la ley; sin apreciar en nada la honra 
patria, tenían por mejores las glorias helénicas. Por esto mismo, una 
difícil situación les puso en aprieto, y tuvieron como enemigos y 
verdugos a los mismos cuya conducta emulaban y a quienes querían 
parecerse en todo. Pues no resulta fácil violar las leyes divinas; así 
lo mostrará el tiempo venidero”. (2 Mc 4, 13-17). 
6) «Et est notandum quod satis rationabiliter Apostolus vitia contra naturam quae sunt gravissima inter peccata carnalia, ponit idolatriae poenam, quia simul cum idolatria incepisse videntur, scilicet tempore Abrahae,
 quando creditur idolatria incepisse. Unde et tunc primo leguntur in 
Sodomitis punita esse, ut Gn 19. Simul etiam idolatria crescente, 
huiusmodi vitia creverunt; unde dicitur 2 Mc 4, quod Jason ausus est sub
 arce optimos quosque epheborum in lupanaribus ponere. Erat autem hoc non initium, sed incrementum quoddam et profectus gentilis et alienigenae conversationis. » (Saint THOMAS, Com. in Rm 1, lect. VIII)
7) St. Thomas, III, q. 70, a. 2, ad 1.
8)
 Santo Tomás dice que todo pecado es en cierto sentido, contra la 
naturaleza porque va en contra de lo que nuestra razón nos dice que ser 
conforme a nuestra naturaleza racional, pero algunos pecados se oponen 
no sólo a nuestra naturaleza racional, sino la naturaleza física en sí 
(que compartimos con los animales). Son doblemente contra la naturaleza.
9) Cornelio a Lapide (Cornelius Van den Steen), SJ., 1567-1637.
10) “Hinc patet infidelitatis, impietatis et haeresis pœnam esse monstrosas libidines” (Cornelio a Lapide, en Romanos, 1, 26).
11) "Talia monstra quoque ab haeresi nata nostra vidit et protulit aetas. - Nuestro siglo también ha visto y ha producido ese tipo de monstruos, nacidos de la herejía. "(Ibíd.).
12) "Primo,
 quia ubi non est fides, ibi non est gratia Dei ; ubi non est gratia 
Dei, ibi non est castitas, sed omnis concupiscentia : ut merito dixerit 
Lutherus, concubitum homini tam necessarium esse quam cibum, et passim 
apud Novantes personat hoc axioma, castitatem esse impossibilem, quia vere Luthero et haereticis impossibilis est. Vere ergo dixit S. Hieronymus, lib. II Comment, in Osece cap. IX:
 "Difficile est invenire haereticum qui diligat castitatem, etiamsi eam 
verbis commendet et prae se ferat".  Secundo, quia haeresis et 
infidelitas oritur ex superbia, superbiae autem poena est libido, sicut 
humilitatis praemium est castitas"(Ibid)
13)
 Recordamos las palabras del Cardenal Pie: "Cuando Jesús Cristo no reina
 por los beneficios que se derivan de su presencia, reina por todas las 
calamidades inseparables de su ausencia". (Discurso en Chartres, 11 de 
abril de 1858; Episcopal de Obras, v. 1, p. 84.)
Extraído de La Sal de la Tierra Nº 52, por Dominicus. Visto en Legio Macabea Christi.



