He decidido tomarme las Navidades con
espíritu de burbuja. O sea, aislarme de todo lo exterior y vivir el
Nacimiento del Niño Dios con la mayor intimidad posible. Tengo interés
en que sean unas navidades católicas, como antaño. Mi celda se ha
convertido en un pequeño portal de Belén en el que pueda admirar el
Misterio, vivir la venida del Hijo de Dios -el Verbo se hizo carne-, sin
ambigüedades, sin distingos, sin filologías, sin acomplejamientos y sin
irregularidades en la fe (vamos, sin herejías). Me lo aconsejan una vez
más los médicos, que están muy interesados en que mis coronarias no se
atasquen e incluso se refrigeren un poco con el donaire, la risa sana y
el espíritu de regocijo que surge ante la comicidad tronchante de
nuestra Iglesia, que pugna por ser lo más neutral posible para dar
cabida a todos. Al fin y al cabo, -dicen- la Iglesia es Madre y no
madrastra. Es la calle y no la institución. Es la periferia y no el
centralismo. Es el amor y no las exigencias.
Mis novicios modernistas están contentos.
Dicen que por fin se habla en la Iglesia de la misericordia de Dios.
Vienen a mi celda para felicitarme anticipadamente las Navidades al modo
moderno (que es el que a ellos les va), y para eso me traen muy ufanos
el anuncio que han visto en 13 TV,
que es la cadena televisiva de la Conferencia Episcopal Española. Me he
quedado de piedra cuando he podido ver el anuncio en cuestión. Debe
haberlo pensado alguno de los ideólogos de la cadena, moderno -por
supuesto-, que lee el Evangelio desde la modernidad y sitúa a la Sagrada
Familia entre tantas familias de la calle que se ven apresuradas por el
nacimiento de un nuevo niño. Todo muy natural, laico, guay y chic. No
me extraña que la propia Conferencia Episcopal haya reconocido -con la
boca pequeña-, su culpa en la descristianización de España. Pero si esta
es la única forma de felicitar la Navidad que se les ocurre, apañados
vamos. Menos mal que ya nadie le hace caso. Se han desprestigiado ellos
mismos.
El mensajito final es de lo más
surrealista y delirante, aunque expresa perfectamente el núcleo del
problema. Acorde con las más actuales doctrinas místicas:
La Luz está en tí
Y es que son Navidades antropocéntricas. Y
siguiendo las doctrinas al uso, deben ser Navidades en las que pensemos
en un mundo mejor. Eso que decía San Juan de que la luz brilla en las
tinieblas y las tinieblas no la acogieron, está pasado de moda y es una
fruslería sin importancia. Porque en realidad Jesucristo viene a
hacernos conscientes de que en nosotros está la salvación.
Él es un mero recordatorio de que la fraternidad es su Gran Regalo. Las
velitas del video de marras expresan esa luz que todos llevamos dentro y
que no quieren compartir los pepinillos en vinagre. Y todo, en la Plaza
del Portal de Belén. ¡Qué lindo!
Les he dicho a mis novicios bobos que yo
quiero felicitar las Navidades diciendo que el Niño Jesús ha venido a
salvarnos de nuestros pecados. No sé cómo hacerlo para no herir
sensibilidades. Ya no se puede convertir a los judíos. Ni hacer
proselitismo con ellos. No hay que vulnerar al agnóstico. No hay que
maltratar al ateo. No hay que magullar al protestante (tan cercano a
nosotros). No hay que desollar al musulmán. No es bueno contusionar al
masón. Nada de lacerar al adúltero. Nada de zaherir al amante de Isis.
No se puede lisiar al siervo de Gea. Nada de bendecir al que es de otra
creencia y nada de bendecir bambinos para el Belén, porque eso es una tradición algo mágica con la que hay que acabar.
La verdad es que nunca hubo más
totalitarismo en la Iglesia. Ahora que tanto se habla de libertad,
descentralización, sinodalidad y sensus fidelium, no se puede poner en
duda el holocausto. No se puede titubear sobre el cambio climático. Ni
se puede pensar de pasada en que el evolucionismo es falso. No se puede
vacilar sobre la Nueva Misa. No se debe cuestionar cualquier Palabra del
Santo Padre, devenida Magisterio en cuanto es pronunciada. Hay que
luchar por las tres T: Tierra, Trabajo, Techo. Y hay que acoger. Y hay que respetar la respetuosidad, aunque parezca un trabalenguas pontificio.
Mis novicios no comprenden que una vez
que hemos declarado que todas las religiones son iguales, que estamos en
el mismo propósito de buscar la paz, que nos une el mismo aprecio por
la salvación de la Tierra, que luchamos todos juntos por abolir la pena
de muerte, que tenemos todos por padre a Dios (se llame como se llame), y
que Dios es madre, la conclusión lógica es que ya no sirve de nada la
venida de Cristo. De ahí que en el Vaticano lo mismo se haga una puesta
en escena masónica, que un congreso ginecológico estético (ojo con esto), que una danza de los hare krisna,
que un espectáculo de luz new age, que una audiencia a los rabinos para
merendar e incluso alguna reflexión litúrgico-pastoral sobre Star Wars.
De hecho, ya nos han tomado la delantera los protestantes, que en esto
de ser payasos en Misa son mucho más serios que nosotros y nos llevan
450 años de ventaja. Miren si no, la celebración
de estos pastores y pastoras. La Fuerza les acompaña, sin lugar a
dudas. Pronto habrá una parroquia católica dispuesta a repetir el
ensayo. No se puede ser más panoli ni más superficial.
El Santo Padre ha dado a la Curia 10 recetas de antibióticos
para curar los males que la aquejan. Aquí se los pongo, aunque
reconozco que mis neuronas están algo atascadas. Parece entresacado de
un documento neoevangelizador.
“Misionariedad y pastoralidad”; “Idoneidad y sagacidad”; “Espiritualidad y humanidad”; “Ejemplaridad y fidelidad”; “Racionalidad y amabilidad”; “Inocuidad y determinación”; “Caridad y verdad”; “Honestidad y madurez”; “Respeto y humildad”; “Dadivosidad y atención”; “Impavidez y prontitud” y “Atendibilidad y sobriedad”.
Les ha dicho que “la reforma de la Curia seguirá adelante con determinación, lucidez y resolución porque Ecclesia semper reformanda“.
Es verdad. Solamente que se le ha olvidado que siempre que se decía
antiguamente este adagio (aceptado durante toda la existencia de la
Iglesia) se añadía que esta reforma era in capite et in membris.
Francisco está de momento entregado a la reforma de los miembros. El
tema de la cabeza, se abordará dentro de un tiempecito. Voy a ver si
preparo una lista de 10 antibióticos para la reforma de la Cabeza.
Mientras tanto, seguiré con los pastores y la burrita y el buey. Y una Navidad en la que se respeten en mi celda las tres T: Turrón, Tortas y Tradición. Lo mismo es la útima Navidad…
¡¡Feliz Natividad del Señor!!
TOMADO DE: Fray Gerundio de Tormes
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